viernes, 9 de enero de 2015

Más de treinta mil euros

      Cuando el fiscal de menores recitó la cantidad adeudada , la mujer no lo procesó hasta pasadas unas horas . Treinta y un mil doscientos euros, en concepto de manutención impagados . Diez años , a razón de ciento treinta euros por cada uno de sus niños . En la cama , la mujer se miró los dedos deformados por la artrosis . Esos dedos que no tenían más que cuarenta años , destrozados de fregar , tirar , empujar , levantar , acostar ... sus dedos no se podían recomponer con dinero . Ni sus cervicales , ni su alma .
      La primera vez , hacía ya tantísimo tiempo , que le dijeron que "él" "debía" pagar una manutención a sus hijos , la mujer pensó que solo con no volver a verlo nunca más serían felices .             
      Ella trabajó muy duro, pagó las facturas puntualmente.
      Pidió prestado a los allegados en tan contadas ocasiones , que casi ni lo recordaba . —Aunque seguro que ellos sí , —sonrió hablando a sus dedos.
      Los niños habían crecido con arroz hervido y tomate frito , sopa de caldo con trocitos de pollo , y pizzas precocinadas, que también salían baratas .
      Recordaba al menos dos Navidades sin regalos . Los niños lo habían comprendido perfectamente. Y también la ropa heredada , y los zapatos de bazar chino . Por ahorrar , había calentado la casa en invierno con braseros de carbón maloliente protegidos con sillas . A veces , al llevarlos al colegio , había olido su pelo al darles un beso de despedida , y una punzada de remordimiento le cruzaba unos segundos por la cabeza . Quizá un día le llamaran la atención . Nadie usaba carbón ya . Apestaba .
      Pero los niños nunca se habían quejado .
      Todo había prescrito. El tiempo había pasado tan , tan deprisa ... Ese último juicio , en el que habían sido citados como testigos los tres , y al que "él" no había comparecido ... —¿le pasaría algo esta vez ? —se preguntó. —No, suponía que no , como siempre , o como nunca .
      Esta era la primera vez que caía en la cuenta de que ésos miserables ciento treinta euros mensuales por niño , eran muchísimos euros juntos . Ella había ganado más que eso . Había tenido que trabajar mucho , sí . De cuidadora , de limpiadora , de dependienta , y a veces , combinando unos y otros en un mismo día .
      Ahora ya no lo hacía . Corrían malos tiempos , y había mujeres mucho más jóvenes y fuertes que ella buscando trabajo . A su edad ,con su aspecto cansado ... cada vez iba peor todo . Sus hijos seguían en casa . Sin trabajo el pequeño. Con trabajo esporádico el mayor. Pero buenos , poco sociables , como su madre , ahorradores , sin caprichos . Se definían a sí mismos como "anticonsumistas" , que quedaba muy bien . Sonaba a rebelde , a diferente.
      Pero esa noche, la mujer era consciente por primera vez de cuánto dinero eran treinta y un mil doscientos euros cuando se los nombraba así como lo había hecho el fiscal.
      Se sentía más cansada que nunca en su vida . Demasiado dinero nombrado. Pensaba en cuánta gente debía tener eso solo en ahorros , por si "pasaba algo". También sabía que nunca ese dinero llegaría a sus manos . Solo pensar que habían dicho que era suyo , que le correspondía , le sonaba a chino .
      Pero de haberlo tenido mes a mes , quizá los niños hubiesen tenido algún regalo aquellas primeras Navidades , y muchísimos más cumpleaños , celebrados solo con risas y bizcochos caseros .
      Ella había renunciado a los regalos desde el principio. No quería nada , porque nunca sabía cuándo el valor de un bolso , un libro o un perfume podía ser una factura de teléfono , o una compra del supermercado .
      Más de treinta mil euros que nunca vería , y una vida de penurias que no podían deshacerse . Pero esa noche durmió casi sonriendo . Le sonaba a música , aunque no fuese a cobrarlos nunca . Ahora resultaba que alguien "le debía" más de treinta mil euros , al menos mientras lo quisiera creer ...

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