miércoles, 9 de abril de 2014

Los gatos dan mala suerte



Esta mañana me he despertado a medias entre el suicidio y el intento de asesinato. Es una mala forma de empezar el día, de verdad. Suena fatal, pero la explicación es peor.
Mi linda gatita, cada mañana al salir el sol, se sube a mi cara, la patea, la empujo, y salta a la mesilla de noche. Entonces, empieza a restregar su hociquito por la lámpara, empujándola hacia mí hasta que me la tira encima. Antes lo hacía con el móvil, el reloj, los kleenex... pero como caían al suelo, buscó algo más contundente: la lamparilla de noche.
Yo ya estaba desesperada, no sabía qué hacer. Es que, encima, es la única que me queda, porque la del otro lado de la cama ya la rompió hace unos meses, pantalla y bombilla, al no acertar la cama y empujar hacia el suelo, y casi nos mata a todos de un infarto.
Mi gran idea de anteayer fue que, antes de que rompiera también ésta, la cambiaría por un cubo de cristal mazizo que tengo en una cómoda y que nunca enciendo, así que toda feliz, ayer por la mañana, con un ojo abierto, espiaba a la gatita subida al cubo sin saber qué hacer, y yo me reía sola, y mi error ha sido confiarme. Esta mañana, tras el pisoteo de cara, riñones y todo lo que le dé por pisar, (por cierto, carente de cualquier ronroneo o cariñito), me he vuelto tranquilamente. Es que eran las 7 de la mañana... y lo siguiente, ha sido notar algo que me rozaba la oreja y rebotaba en la almohada:
¡El cubo!
Ahora entendéis lo del suicidio o asesinato... si me encuentran muerta de un lamparazo, ¿quién va a sospechar de la gata???
Y realmente, hubiera sido un suicidio, porque la lámpara la puse yo ahí, sabiendo que esa gata no es una gata, sino un engendro del demonio... aunque luego le dé besitos, si, lo reconozco...
Por supuesto, esta mañana se ha quedado sin su bol de leche.
Lo mismo me pasa con todo en la vida. Ahora estoy escribiendo aquí hackeando mi propio blog, porque no hay manera de entrar desde ayer, y he tenido que buscar una puerta por el sótano para entrar.
Patético.
Ya sé que tres cosas hay en la vida, y a mí me falta de las tres, pero la tercera, es algo que lo cuentas y no se lo cree nadie. 
A los 15 años, me enamoro de un alcohólico drogata que 25 años después me sigue dando mala vida.
El segundo "hombre de mi vida", 14 años más tarde, resultó ser gay, y yo era tan inocente en materia masculina que tardé meses en saber por qué le gustaban más los perfumes a él que a mí.
Y el tercero ha tardado nueve años en darse cuenta de que un artista no sabe vivir en pareja y que ya no me quiere, porque la convivencia ha sido un desastre... 
Y mi gata intenta asesinarme con el único artilugio de Ikea que no es de cartón ni plástico desmontable.
Eso sí, este ha sido el primer caso de intento de asesinato en la historia en que a la víctima le ha dado un ataque de risa sincera. Debo ser una bruja, porque sigo adorando a la puñetera maltratadora matutina.
Luego la gente usa despectivamente el apodo "loca de los gatos", pero es que l@s que tenemos gatos somos de una pasta especial. 
No voy a decir que es que nos gusta que nos traten mal, porque los perros tampoco se merecen normalmente al tipo de persona que tienen por "amo", "compañero", o como quieran llamarse. Mucho "te quiero perrito", pero yo me fijo en cómo los tratan día a día. 
En fin, a buen entendedor, no sé muy bien lo que digo.

4 comentarios:

  1. Sigue, que lo tuyo es de juzgado de guardia, sigue y !sacate todo lo que llevas dentro!!!!!

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  2. ¡Ojalá fuera tan fácil como escribir!, sobre todo porque hay cosas que no escribiré nunca, pero ayuda bastante describir la punta del iceberg. Besos.

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  3. Muy bonito . Pero no me digas k. Los gatitos traen mala suerte k yo estoy chocha con el mio..

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    1. Pues será que debía empezar el día mal. Yo tampoco lo creo, a mí solo me dan cariño (y lamparazos) :D

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