jueves, 16 de mayo de 2013

Puto Científico Loco 4 Escápula


4
ESCÁPULA


     Mientras escribo este diario, releo como si del descubrimiento de un manuscrito del Mar Muerto se tratara el “Escápula Greatest Hits”. Me maravillo al descubrir cómo la historia estaba escrita desde hace tanto, tanto tiempo... si el Puto Científico Loco no fuera tan antipático, sobrado y egocéntrico, esta noche hablaríamos sobre él. Sobre mis descubrimientos. A veces aún echo de menos a Pau. Los dos conservan todavía rasgos comunes, pero la franca sonrisa, los ojos sinceros... eso se esconde ahora tras unas espesas cejas fruncidas que no permiten encontrarse de frente con su mirada. A veces, incluso le temo.
     Pero vuelvo a salirme del camino. Hablo del presente, y aún quedan algunos capítulos del pasado por recordar.
     Cuando llego a la página cuarenta y siete, empieza una inquietante historia: “El crimen Perfecto”. Esta fue escrita dos años más tarde. Es un cuento de seis páginas en el que el narrador relata cómo en su juventud cometió un crimen imposible de descubrir junto a su amigo “El Terrores”, que no es otro que el propio Pau, con su gorrito de lana, su mochila y sus botas de montaña. La historia está llena de ironía hasta el final. Pero dos páginas más tras el aparente final, nos vuelve a visitar el Científico Loco, enfrascado en sus lúgubres experimentos encerrado en su guarida, La Torre Siniestra.
     No acababa de entender el final, la moraleja, ya que Pau nunca dejaba cabos sueltos. Le pregunté y esta fue su respuesta:
     - La reflexión es que el crimen perfecto es imposible, porque si no puedes contar  lo listo que has sido, ya no es tan perfecto, te queda esa espinilla clavada.¡Y si lo cuentas ya tampoco es perfecto!
     - ¿Y qué pinta ahí el Puto Científico Loco?- pregunté.
     -Que él es el verdadero asesino, ¿no lo ves?- Si, la verdad es que empezaba a entender algo, pero aún faltaba mucho camino por recorrer.
     Volvamos a la Torre Siniestra. Está tan relacionada con el pasado, presente y futuro, tan pareja a la vida del dibujante, que es necesaria una explicación: El joven Pau, de culo inquieto, cuando no viajaba o iba de excursión se dedicaba a conducir su viejo Seat 127 por las carreteras de Mallorca.
     En una carretera perdida en el término de Llucmajor, tras una cerrada curva el viajero se encuentra frente a una capilla neogótica de planta octogonal. Esta capilla es parte de una antigua finca de la nobleza mallorquina, casi abandonada durante muchísimo tiempo. El detalle más morboso está en que a izquierda y derecha de la puerta de la capilla, sendas escaleras de piedra blanca bajan a una cripta, donde descansaban los restos mortales de cincuenta miembros de la familia. He dicho “descansaban”. Debo recordarme volver sobre éste punto más adelante. Pau quedó fascinado por ella, hasta el punto de atreverse a pedir a la guardesa que le dejara visitar la cripta por dentro, para poderla dibujar con más detalle. Fue amor a primera vista.
     La vida transcurría. Pau, con su humor a veces inocente y a veces totalmente cínico, empezó a trabajar en serio.
     De su imaginación fueron saliendo grandes personajes, a la par que grandes ideas. “Los repartidores de cerveza” y sus aventuras ya se desarrollaban en la fantástica isla de Escápula, un mundo paralelo donde ocurren todas las historias. Cuando los inventó para el concurso de cómics de El Víbora, Escápula ya existía. Existía desde el primer fanzine, y había decidido que todas sus creaciones futuras se desarrollaran en ese mundo. El hecho es que en casi todas las historietas tuvo que crear los personajes y su mundo (Puto Científico Loco, el Terrores, Munnar, Animalada, Atlas y Axis, Los repartidores, etc), cuando lo más fácil y comercial es continuar con uno. Se puede decir que creaba los hilos para luego, con el tiempo, tejer un manto que cubriera toda Escápula.
     Con Escápula intentó que toda su obra tuviera una especie de unidad, de marca común. Así, fuera lo que fuese que tenía ganas de dibujar, podía integrarlo en Escápula: personas, animales, o animales antropomorfos... en el presente, el pasado, o el futuro. Por ejemplo, las “Animaladas” están protagonizadas por animales del mismo mundo que los repartidores o Puto...  En “La gran carrera”, con Los repartidores de cerveza como protagonistas, volví a encontrarme con el Puto Científico Loco, y supe algo más de su guarida, la Torre Siniestra.
     Al mismo tiempo, en la cabeza de Pau gestaba el proyecto que con los años se convertiría en la gran saga de Atlas y Axis, la que le lanzó a la fama internacional, y gracias a la cual nos metimos en nuestra propia aventura criminal. Aunque aún faltaban muchos años para eso. Él iba dibujando, presentando a los editores su saga. Empezó a darse a conocer por el público cuando puso en marcha otra de sus formas de hacer humor: “Pau per Tots”, viñeta diaria en un periódico isleño, en la página de opinión. Era la página más buscada por los lectores del diario, y le valió el reconocimiento popular como humorista gráfico. En cambio el reconocimiento oficial llegó en octubre de 2009 con un premio Haxtur ( Salón Internacional del cómic de Asturias) al  humor, cuando paradójicamente, lo había dejado en julio, después de trece años.     
     Algunos buscaban en lo más profundo de aquel humor cínico un secreto, unas ideas políticas, una moraleja que dejara entrever algo más del dibujante y sus pensamientos. Sus seguidores le pedían permiso para estampar algunos de aquellos chistes visuales en camisetas, estandartes, libros... Pau se enorgullecía. No tanto cuando llegaban elecciones y algún partido se confundía creyendo haber adivinado unas convicciones políticas que no existían, y le pedían chistes o apoyos en sus campañas. Entonces Pau se reía.
     Lo más importante para él era demostrar al mundo su teoría de que las ovejas explotan al morir, y quién no comprendiera eso, no le conocía. En lo más profundo de Pau, sólo hay más Pau.
     Pau fue pionero en muchas cosas que aún no se habían hecho en la isla. Jamás se tomaba nada en serio, y hasta lo más sagrado lo convertía en chiste, lo que le valió más de una viñeta censurada por el director del periódico. Era listo. El a veces sabía que se había propasado, y antes de enviarla por correo, me pedía que le echara un vistazo. Yo ya me acercaba pensando: -¿Qué puñetas habrá dibujado esta vez?- Y efectivamente. Cuando me preguntaba mi opinión, era porque se había pasado siete pueblos.  
                 
     

      Lo que no impedía que mi orgullo por sus geniales y locas ideas me obligaran a decirle entre risas que estaba segura de que aquello no lo iban a publicar, pero que de todos modos lo enviara.
     En aquellos años, el amor al dinero aún no había aparecido en nuestras vidas... aún soñábamos con envejecer en una cueva viviendo de lo que sembráramos. Muy romántico; eso fue justo antes de mi artrosis y de que él empezara a cargar un colchón en la mochila cuando se iba a la montaña con sus amigos a hacer un “vivac”.
     Antes he nombrado a Xemi, otro loco genial. Pau y él descubrieron la película Braveheart por casualidad, y les hizo tanta gracia que volvieron al cine cinco veces más a verla. Yo me preguntaba qué debió ser tan gracioso como para desencadenar lo que vino después, ya que yo lloraba a mares al ver aquel melodrama escocés. Me lo explicaron como quien explica a una niña quiénes son en realidad los Reyes Magos: En la escena de la batalla entre ingleses y escoceses, el momento más serio y trascendental, Pau se la imaginó a cámara rápida, con la sintonía de Benny Hill en vez de la romántica música celta original. Ahí empezó el cachondeo. Xemi se lo tomó tan en serio que se puso manos a la obra y con el ordenador y precarios medios transformó la escena y la hizo correr entre el grupo de amigos.  
     No sé si lo he dicho ya, todos sin excepción estaban igual de chalados, y se desternillaban con la escenita. Aquello se fue convirtiendo en una bola de nieve rodando montaña abajo. Cada vez crecía más. Todos aportaron algo, y el resultado fue el primer doblaje al mallorquín de una superproducción de Hollywood. Todos oían hablar de Vaigfort, todo el mundo quería verla. Aquí entra en escena el segundo hijo de los seis que parió la madre del clan Rodríguez, Vicente, que como ya anteriormente habían hecho los que hicieron público el “examen sobre el Movimiento Obrero, by Pau”, puso a rodar el cd entre sus amigos. Sin comerlo ni beberlo, el cd acabó colgado en internet. Para quienes no hayan oído hablar del fenómeno que significó Vaigfort en Mallorca, diré que tenía récords de descargas en Emule, de visitas en Youtube, fans en Menorca y Catalunya, canciones en remix, tonos para móvil, y una serie de gente que se dedicó entonces a doblar otras pelis... ¡y le conocía más gente por la peli que por todos los años que llevaba dibujando!.
     El resultado fue una gira mundial por la isla, y el merchandising  consecuente, con lo que ganaron más dinero que dedicándose a dibujar, cosa que no era muy difícil. No gran cantidad de dinero, lo justo para pagar la inversión, pero Pau corroboró que como showman era un hacha. La modestia siempre muy aparte...
     No guardamos ninguna copia de Vaigfort, y si hay alguna circulando los autores no se hacen responsables y piden fehacientemente que sea destruida, ya que sabemos de buena tinta que los dirigentes de la Paramount, los abogados de Mel Gibson, los ingleses, los escoceses, los catalanistas y los mallorquinistas aún están buscando a los responsables del desastre blasfemo.



Puto Científico Loco 3 Los fanzines



3
LOS FANZINES




     Cuando le pregunté a Pau (con la cara desencajada de risa y lágrimas), qué puñetas era eso, me respondió con ojos de inocente que antes de que ese examen circulara por todo el instituto, sólo su familia sabía que estaba algo chalado.
     Contrariamente a lo que se podría pensar, y debido a la simpatía que despertaba en todos los que le conocían, un profesor les pidió permiso a él y a la profesora de historia que les había puesto el examen para publicarlo en el Mauricómic, la revista de los estudiantes del instituto. Ya hacía mucho que Pau sabía que lo que quería realmente era dibujar y hacer reír a la gente. Y quedaba demostrado que esto último se le daba igual de bien que lo otro.
      Así que al acabar los duros años de BUP y COU, se matriculó en Ilustración con su amigo Xemi, otro loco genial y extravagante que ya conocía del instituto y el Mauricómic. Este fue el germen de una gran amistad y de Vaigfort, su siguiente salto a la fama tras el desternillante examen. Pero aún faltaban muchos años para eso...y profesionalizó su talento innato para el dibujo con la intención de conseguir ganarse la vida con sus historias en forma de cómic.
     Como buen bohemio, le cogió gusto también a practicar senderismo. Cuando no dibujaba, él y sus amigos se dirigían a la sierra de Tramuntana a caminar, pensar, dibujar y soñar.        
    Pau y dos de sus amigos, Dani Martín, actualmente animador en los estudios Disney, en California, y Xabi Uriz, quien finalmente se licenció en Filosofía, y trabaja con éxito como guionista y dramaturgo, empezaron a trabajar haciendo fanzines. Para quien no sepa exactamente qué es, viene de “magazine”, pero hecho por “fans”, aficionados al cómic que esperan dedicarse a ello en un futuro. Los fanzines se elaboran a partir de fotocopias, de calidad variable según las posiblilidades y contactos de los dibujantes. En el proceso se aprenden todas las facetas del proceso, dibujar, maquetar, imprimir, distribuir, promocionar, vender... y gratis.
     Pau creó el personaje de Puto Científico Loco para el fanzine  Escápula cómics, que hizo con sus dos amigos, cuando al acabar de estudiar y ver por delante el negro panorama laboral quiso profesionalizarse en lo de los cómics. Se llamaba Escápula Cómics, y en cada número el título era un tema sobre el que los tres dibujaban. El primero se tituló La Torre Siniestra, inspirado por una misteriosa capilla neogótica que les impresionó al aparecer de la nada tras una curva en una carreterilla secundaria, terciaria, o incluso cuaternaria. La de la autoestopista fantasma.  Más adelante hablaré sobre ella. Pau imaginó para su historieta un siniestro morador de aquella torre, un científico loco que llevaba a cabo tenebrosos experimentos, aunque al final siempre había humor, o no sería Pau. El personaje tenía su gracia, y volvió a aparecer en otras historietas, no solo de Pau, sino también de algunos de sus amigos dibujantes. El segundo número del fanzine estaba dedicado a Los Viajes Temporales. La introducción que escribieron era muy consecuente, y dejaba ver cuántas esperanzas, esfuerzo e ilusión estaban poniendo en aquellas páginas para poder conseguir sus sueños y no quedarse estancados en un mundo de trabajos basura, sueldos de miseria y poca libertad.  
     Esta es la transcripción literal de lo que escribieron Pau, Dani y Xabi sobre los comienzos de Escápula:
     Todo empezó en el año 2016. Un gasolinero, un albañil y un vendedor de Kleenex decidieron cambiar su situación laboral. Dani Martín, Pau y Xabi Uriz se sentían frustrados por no haber desarrollado sus vocaciones de autores de cómics. Habían oído decir que alterando el pasado se puede cambiar el presente, y se les ocurrió contactar con un tal Puto Científico Loco, que vivía en la Torre Siniestra, y que había inventado una máquina capaz de enviar objetos a través del tiempo. Fue entonces cuando decidieron crear el grupo Cigomática, dedicado a comer huevos fritos e inventar y dibujar cómics.
     Empezaron a publicar sus obras en fanzines fotocopiados y a enviarlos al pasado. La distribución, claro, dejaba mucho que desear, pero aún así consiguieron hacer llegar ejemplares de sus fanzines a varias ciudades de España, Francia, Bélgica, Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Rusia, Ucrania y Kazajstán. Agrupaban sus historietas en la colección Escápula Cómics. Decidían un tema que daba título al número y los tres dibujaban historietas sobre ese tema, que sucedían en la misteriosa isla de Escápula. Llegaron a enviar cinco, el primero de ellos a 1995. [...]
     ¿Por qué el nombre de Escápula? Pau decía que le gustaba porque le sonaba a “escapa” y a “cópula”. Pero además, los tres amigos estudiaban anatomía, no en plan médico, solo lo necesario para dibujar bien personas y animales en movimiento, pero le cogieron el gusto a los nombres de huesos. Aunque el auténtico y ridículo motivo del nombre es que solían ir juntos de excursión por la montaña, y allí normalmente encontraban huesos esparcidos de animales muertos. Se divertían intentando encontrar los dos huesos correspondientes a una misma articulación, deducir qué hueso era cada uno, teniendo en cuenta las diferencias entre los huesos de cuadrúpedos y humanos, adivinar a qué animal pertenecían... lo más normal del mundo, vamos. Una vez, al ver la forma plana de una escápula -también conocida como omóplato, o más comúnmente “paletilla” de oveja, a Pau se le ocurrió que sería perfecta para hacerse las acreditaciones como autores de historietas en el salón del cómic de Barcelona, al que tenían previsto acudir en busca de trabajo. Ingenuamente.
Solo les costó un par de excursiones más reunir tres escápulas, y ni cortos ni perezosos se presentaron ese año en Barcelona a mostrar sus trabajos a los editores... ¡con las escápulas de oveja colgadas al cuello de unas cuerdas, y un logotipo pintado en ellas que decía “Escápula Cómics”!
¿He mencionado ya alguna vez lo de la vergüenza ajena?

viernes, 10 de mayo de 2013

La verdadera historia del Puto Científico Loco 2


                           
                                UNA HISTORIA DE LOCOS


Si algún día me hubieran dicho que sería capaz de llevar a cabo el plan más perfecto de la historia, el “Crimen “Perfecto”, en mayúsculas jamás lo hubiera creído.
     A veces hacen falta dos cerebros bien entrenados en el arte de la imaginación, con uno solo no basta. Pero si esos dos cerebros se complementan y llegan al pleno entendimiento, es como si hubiera sido uno solo.
     El destino unió nuestras vidas una fría noche de enero, allá por el año 2005. Pero debo empezar por el principio...
     Para aquellos que no hayan oído hablar de Pau, nada mejor que remontarnos al año 1972.
      El chico nació con un boli Bic en la mano, y mientras la comadrona arreglaba a su primeriza madre, él se entretenía tomando apuntes en la sábana del paritorio, por si algún día los bocetos pudieran serle de utilidad. Sus aptitudes para el dibujo no eran la única cualidad del pequeño. También vino de serie con una imaginación desbordante, que continuamente plasmaba en dibujitos en sus libretas para no olvidarse de nada. Incluso era capaz de dominar sus fases REM del sueño y despertar de madrugada, tomar notas en clave del mismo y seguir durmiendo. Una verborrea incontrolable e incontrolada cerraba el círculo de la personalidad singular (valga la redundancia) del pequeño Pablito. Además añadiré que este último rasgo tanto se podía tomar como una virtud o como uno de los mayores defectos que se atribuyen a la raza humana, la única capaz de hablar, y él lo dominaba de tal modo que con una rapidez sorprendente aprendía idiomas para poder cascar en cualquier lugar y con cualquier humano del mundo.
     Pau despuntaba desde pequeño como un chico de brillante futuro. Hubiera podido estudiar Bellas Artes, Filología, Arqueología, Geografía, incluso Ingeniería Automovilística, si existe tal carrera. Pero su imaginación, cual Manrique Bécqueriano, le obligaba a estar todo el día con la cabeza en las libretas, dibujando y soñando.
           Aunque Pau nunca tuvo secretos conmigo,( incluso hubiera preferido que algunas cosas hubieran seguido siendo secretas), a veces era difícil comprender todo aquel torrente de información. Por eso, y aunque se suponía que me lo había contado, me quedé de una pieza cuando hace unos años Germán, un gran amigo suyo, buscando en el baúl de los recuerdos encontró, y colgó en internet para conocimiento del planeta, el famoso “Examen sobre el Movimiento Obrero” por Pau Rodríguez. En este punto las palabras me fallan,  hay situaciones que sólo el propio Pau sabe describirlas, así que adjunto a mi diario una copia exacta del dichoso examen con gráfico (cómo no) incluído...




                                     Pau Rodriguez Jimenez-Bravo COU-A
1.- Esquema del movimiento obrero. Desarrolla la etapa de la 2ª Internacional: formas de asociación obrera.Origen, formación y funcionamiento de la 2ª Internacional. Principales problemas teórico-políticos.

(Xisca, no pierdas el tiempo leyendo este examen, sólo lo escribo para entretenerme.)

    El movimiento obrero es el movimiento que realizan los obreros al construir, por ejemplo, una casa. Para coger un ladrillo, para hacer el cemento, para llevar la carretilla,… Todo esto son movimientos obreros necesarios para el buen funcionamiento de un sistema político.El sistema político es una cosa en cuyo centro hay un político y a su alrededor giran en órbitas diferentes planetas que reciben la luz y el calor del político. Los planetas más cercanos al político son inhabitables por los hombres debido a la alta temperatura, mientras que los alejados también porque se te quedan los pies fríos. Sólo en el tercer planeta empezando por la izquierda se pueden sembrar coliflores porque tiene la temperatura ideal,aunque por la noche sale la luna y no hace político.El origen del movimiento obrero son las neuronas del cerebro, que dirigen y controlan todos los movimientos del obrero (valga la redundancia). Si el obrero ve que está cayendo un ladrillo del quinto piso, las neuronas del cerebro le hacen moverse para esquivarlo. Esto es un movimiento obrero. La segunda Internacional se origina después de la primera Internacional, y ésta a su vez después de ninguna, pero es comprensible porque es la primera. Después de la 2ª Internacional viene la 3ª y después la 4ª, y así hasta el infinito. La etapa de la segunda Internacional de hoy ha transcurrido con calma y buen tiempo. Se ha rodado a una media de 45 Km/h y no ha habido excesivos demarrajes. Como se esperaba, los corredores han llegado al esprint,consiguiendo la victoria por una cubierta Marx, seguido de Engels. Kautsky sufrió una caída en el kilómetro 54 al cruzarse un perro y quedar atrapado entre los radios de la llanta. Después, debido a los trocitos de perro y de ciclista y a la abundancia de sangre, se sufrieron numerosas caídas, siendo estas últimas de menor consideración.El funcionamiento de la segunda Internacional es mediante unas poleas conectadas a un motor eléctrico, que además puede alimentarse con energía solar, que tiene un rendimiento considerable y ha dado buenos resultados en las anteriores internacionales, nacionales y comarcales.Los principales problemas teórico-políticos fueron y muchos otros, entre los que destacaron algunos de ellos, sin embargo, los otros fueron un fracaso espectacular de la economía colombiana, que vio aumentado su déficit. Pero todo eso sólo es teoría, luego también hay que hacer reseña a la política. La política es un cuerpo esférico luminoso más grande que todas las cosas del mundo y todo y todo, pero sin embargo, comparándolo con el resto del universo, es pequeño y tiene pecas.
                                             

lunes, 6 de mayo de 2013

La verdadera historia del Puto Científico Loco 1


LA VERDADERA HISTORIA DEL PUTO CIENTIFICO LOCO,  
( ANTES CONOCIDO COMO PAU)                                                             

1
UN DIA DE VERANO


     El verano pasado hice un crucero por las Islas Baleares a bordo del velero de unos amigos. Una mañana recalamos en una pequeña y preciosa cala virgen de Mallorca, de la cual desconozco el nombre. La playa era una pequeña lengua de arena blanca de forma casi triangular. Cuando hube nadado un rato, me tumbé en la arena y ví algo que llamó mi atención. En el ángulo más alejado al agua había una abertura donde la roca y la arena se unían. Escarbé un poco con las manos, y para mi sorpresa, allí dentro había una cueva. Mis amigos y yo nos animamos a escarbar más y más, hasta que el sol nos quemó la espalda y el agujero fue lo bastante grande como para que cupiese una persona. Alejandro y yo entramos. De dentro afuera, el espectáculo nos dejó mudos, era una visión de belleza indescriptible. Enmarcado por el círculo negro de la boca que acabábamos de abrir, se veía la arena blanquísima y el agua color turquesa, que relucían bajo los destellos del sol. Estuvimos un par de minutos embobados hasta que nos acostumbramos a la penumbra, y empezamos a mirar alrededor.
     Estábamos sentados sobre una roca grande y plana, totalmente seca. De repente, vi un ratoncillo, que salió corriendo y se adentró en una rendija a lo lejos. Me puse de rodillas y gateé hacia donde se había dirigido. Era muy pequeño, y aún más la rendija de arena. Seguro que escarbando, la gruta debía adentrarse más y más hacia Dios sabe dónde. Al retroceder, me apoyé hacia atrás, mi mano tocó algo húmedo y la retiré con un gritito. Era un plástico. Lo palpé, y noté que dentro había algo, como un libro. Lo cogí, y con él en la mano salimos de la cueva, apremiados por las llamadas de nuestros amigos que se estaban empezando a preocupar. Ya era hora de marcharnos; en otra cala más turística nos estaban preparando una paella de marisco, típica de la isla. Ahora me arrepiento de no haber averiguado más sobre la pequeña cala. Ni siquiera a un nativo sabría decirle exactamente dónde estaba, ni tampoco hicimos fotos. Todo eso lo pensamos cuando, ya por la noche, me acordé del paquete de plástico y lo desenvolví. Podía haber sido una novela, abandonada u olvidada por alguien que quería protegerla de la arena y el agua salada. Pero era un diario personal. Escrito por una mujer, y con dibujos extremadamente buenos que por fuerza tenían que haber sido hechos por un profesional. Es de suponer que el mismo que los firmaba. Estaban arrancados de algún otro libro y metidos entre las páginas con las que se correspondían en el relato.
     Cuando acabó aquel verano, empecé a pasar a mi ordenador el diario, escaneando los dibujos y convirtiéndolo en una transcripción totalmente fiel a las palabras manuscritas.   Lo enseñé a varias personas, y fue viajando de ordenador en ordenador, hasta que pensé que mejor imprimía algunas copias en papel antes de que alguien sin escrúpulos me lo robara para adjudicarse su autoría; hice una copia de seguridad, y la guardé con el manuscrito en un lugar dónde nadie lo encuentre. De todos modos, muchas noches me he encontrado releyendo la historia, y pensando en si los protagonistas están buscando el diario perdido.
     Antes de la primera página, hay un mapa absurdo, dibujado con una perfección que asombra. Es como el mapa de un tesoro, que no se corresponde con ninguna isla conocida del mundo. Me he dejado la vista estudiando los mapas y estoy completamente segura. Es la silueta exacta del hueso llamado escápula, u omóplato. La Isla de Escápula...
      Lo más curioso era cómo a medida que avanzaba la historia, la isla de Mallorca se iba fundiendo y confundiendo con la de Escápula.
     Aún  no sé que pensar,  no sé si es fantasía o realidad, y me remito a la frase que la mujer utilizó como principio de su diario personal. Es una historia de locos.

     

viernes, 3 de mayo de 2013

El fantasma de la residencia 6. Fin


     Hubo un suceso que precedió a todos los anteriores, pero lo había postpuesto porque durante todo el relato he intentado hacer una composición del lugar, cosa que no es fácil. Aunque la residencia tenía una simple forma de L invertida, sus dos plantas, sus añadidos y rincones la hacían un laberinto donde era fácil perderse entrando y saliendo. Ya he contado anteriormente, que a través del despacho de dirección se accedía a la Comunidad. En la actualidad, ese despacho es un vestuario, y la escalera original y algunas de las habitaciones de las monjas, las que estaban justo sobre la capilla, han sido reformadas y siguen en pie.     Recuerdo una mañana tranquila, que pasé delante del despacho y entré a saludar a la directora, que estaba embarazada. Me comentó que estaba muerta de frío, que entraba aire por debajo de la puerta que daba a la comunidad, y al que ya he nombrado “Corte Inglés”. Me pidió si podríamos ir a ver de dónde venía esa corriente. Cogimos el manojo de llaves, abrimos, y un viento helado nos dió de lleno. Subimos la empinada escalera. Las paredes tenían papel pintado con rombos, al estilo de los años sesenta. Llegamos a una sala de estar del mismo estilo. Había una mesa camilla, butacas, sofás, porcelanas...y ni una mota de polvo. Le pregunté que quién limpiaba aquello, y me dijo tan asombrada como yo, que no tenía constancia de que nadie fuese a limpiar allí. El frío venía de un pasillo. Las habitaciones de las Hermanas de la Caridad. En seguida comprobamos de dónde provenía el viento.
     Todas, todas las habitaciones tenían abiertas de par en par las persianas y los cristales. Empezamos a cerrar rápidamente, hasta que no quedó ninguna. Entonces curioseamos unos minutos.
     Las habitaciones estaban tan limpias de polvo como el resto de la vivienda.  En cada una, una descascarillada cama de hierro pintado en color crudo, con la mesilla de noche del mismo estilo. Un crucifijo de madera, y un armario de madera vacío con las puertas abiertas para evitar que se acumulara la humedad. Las camas estanan cubiertas por unas colchas anticuadas de color azul, y al levantar el pico de una, vimos que también tenían puestas las sábanas.
     Bajamos de allí apagando luces y casi a la carrera. Yo tenía la sensación de haber entrado sin permiso en la casa de alguien que me estuviera acechando tras alguna puerta. No podía explicarme cómo las monjas habían dejado todos sus muebles y enseres allí. Sólo faltaba la ropa, y no toda, ya que además de las sábanas, en los lavabos había pulcras toallas blancas de secarse las manos, e incluso vi una pastilla de jabón reseco. Como si sólo se hubieran ido de vacaciones y tuvieran pensado volver al cabo de un mes.
     La directora llamó al despacho a la Señorita Rottenmeyer, quién aseguró que ella subía cada cierto tiempo a comprobar que todo estuviera en orden, pero ni limpiaba, ni mandaba limpiar ni hubiese abierto ninguna ventana, y menos en pleno invierno.
     Al comentar el suceso, no faltaron las que dijeron que por las noches, desde nuestro office en el Pabellón B, a veces habían visto como una luz se encendía tras aquellas ventanas, pero que si no te fijabas bien, podías confundirte y creer que las ventanas correspondían a las habitaciones de los residentes del Pabellón A.
     Y así quedó otro misterio sin resolver.
     Este fue el final de la antigua Residencia Municipal de la 3ª Edad de mi ciudad. En el año 2006 fue derribada dejando sólo la capilla, las tres arcadas y el pequeño patio delantero con su hermosa cisterna. Si algún día pasáis por allí podéis verlo. Una cadena impide la entrada desde la calle. Yo siempre pensaré que alguna “fuerza” que habitaba allí se negaba a desaparecer.
     Vosotros podéis pensar lo que queráis. La imaginación es lo único que nos pertenece por completo.


                                                     FIN


                                               EPILOGO

      Por supuesto que he modificado los hechos para proteger identidades. Yo jamás ví a la mujer rubia, fueron otras dos compañeras, con quince años de diferencia. Aunque todo lo que me ocurrió en los momentos previos sí me pasó, a mí y a otras personas. Todo lo demás lo he contado tal como lo viví o como me lo contaron.
     No encontraréis a casi nadie que trabajara allí que quiera confirmar mi historia. Si sois lectores de novelas, si conocéis a Stephen King y su Derry, no necesitáis que os dé más explicaciones. Si Derry existe, es mi ciudad natal. A los que no sepáis de lo que estoy hablando, lo siento, pero no tengo más remedio que remitiros a él. Es una historia sobre la sociedad demasiado larga. Gracias por haber leído mi relato.
     

miércoles, 1 de mayo de 2013

El fantasma de la residencia 5


   


No sé si es prudente decirlo, pero como todo aquello pasó hace tanto y ya no existe, me arriesgaré. Con tantas cosas raras como estaban ocurriendo, la verdad es que todas teníamos ya miedo al turno de noche. Nadie quería quedarse sola, y menos aún en el Pabellón A. Así lo comunicamos a la dirección, y para nuestra sorpresa, se hizo la vista gorda con la condición de que no pasara una sola hora sin hacer una ronda completa. Eso nos suponía más trabajo, pero nos dio igual con tal de no perder de vista a la compañera.
     Una noche, nada más empezar el turno, nos llamó una auxiliar que había estado en el turno de tarde. Habían cometido, ella y otra más, una pequeña imprudencia. En los dominios de uso exclusivo de la Señorita Rottenmeyer, estaba el que llamábamos “el Corte Inglés”. Era una habitación en la planta baja, en algún lugar a medio camino entre la capilla, los despachos y la cocina. Se podía acceder a ella desde varios sitios. Allí había un almacén atestado de ropa de todo tipo, clasificada escrupulosamente por Rottenmeyer en tallas, sexo, colores y estaciones del año. Pero sólo ella tenía el poder de decidir qué y cuándo nos daba una prenda para alguien que la necesitaba. Ahora es gracioso recordarlo, pero casi era necesario hacer una instancia al ayuntamiento para conseguir unos calcetines o un jersey habiendo allí cientos apolillándose. Así que como nosotras éramos unas mujeres valientes y decididas, de vez en cuando, cuando Rottenmeyer se tomaba un corto descanso en su casa (a cincuenta metros de la residencia), pedíamos permiso y cogíamos algo que hacía falta con urgencia. Por supuesto, la directora estaba al corriente, ya que precisamente accedíamos al “Corte Inglés” desde su mismo despacho. Sólo que nos ahorrábamos los largos trámites burocráticos de la “jefa”.
     Por lo que nos contó la compañera, habían hecho eso, pero cuando iban a salir, oyeron los pasos de alguien acercándose,  y temieron que fuera Rottenmeyer, así que huyeron hacia otra salida por la cocina. Pero como no querían que las vieran con los pantalones que habían ido a buscar, o quizás por el miedo, no recuerdo el motivo, soltaron los pantalones en el despachito de Rottenmeyer, que a ésas horas no debería estar allí, y se fueron pitando. Sólo al acabar el turno recordaron los dichosos pantalones. Si la “jefa” descubría que nos metíamos en sus dominios cuando no estaba allí se iba a armar una gorda. Por eso la chica nos llamó por teléfono. Por el bien de todas, deberíamos entrar y coger el pantalón acusador.
     Mi compañera, que estaba muerta de miedo con todo aquello, le dijo de todo lo que no está escrito por teléfono. Recuerdo que era famosa por su carácter, que más que amenazante, nos hacía reír por sus gestos, pero en aquel momento no me dio ninguna risa.
     Sólo dijimos que lo pensaríamos, aunque yo decidí que en cuanto colgara el teléfono, asunto olvidado.
     No sé si fue casualidad. Al tocar las tres en el reloj de carillón que había a la entrada del Pabellón A mi compañera y yo nos encontrábamos justo frente a la puerta del despachito, y reímos del susto. Entonces nos miramos, y ella sacó de su bolsillo el manojo de llaves de la residencia. Le sonreí yo también y negué con la cabeza. Pero se impuso la sensatez, teníamos que entrar y sacar los pantalones. Era una tontería. Abrir la puerta, encender la luz, localizar el objetivo, apagar la luz y cerrar de nuevo con llave. Era fácil.
     Y tanto, que ella me alargó el manojo y me dijo que yo delante. Nos encontrábamos a medio metro escaso una de otra. Las dos manos alargadas, y una voz, un susurro que no sé cómo explicarlo, pero no era un susurro, sino un grito en voz baja, se interpuso entre las dos. Como una presencia. Allí no había dos personas en medio metro del espacio, sino tres. La voz dijo claramente:
     -¡¿Qué hacéis aquí?! ¡ Fuera de aquí!
     Lo que siguió fue muy rápido. Mi compañera fue muy rápida. Visto y no visto, se había esfumado. Me encontraba sola y sembrada en el sitio. Un soplo helado me rozó la nuca y me movió el pelo. Entonces reaccioné de golpe, llamando a mi compañera mientras corría hacia la capilla. Pero ella, que tenía las llaves, ya había abierto y estaba casi en la calle, preguntándome a gritos que si yo había oído lo mismo que ella. Le pregunté qué había oído. Y si, no había sido una alucinación. Volvimos a entrar, ella se negaba a volver al Pabellón A, así que yo me adentré y fuí a comprobar que no hubiera sido alguna residente levantada. Todo estaba tranquilo y dormido. Las dos estamos convencidas de que nadie nos creyó nunca. Pero no entramos a recoger el bendito pantalón.