miércoles, 10 de abril de 2013

La leyenda del Conde Mal (novela de ficción histórica)


  Esta es la novela en cuya difícil redacción me encuentro metida buena parte de día. Espero no morir de inanición durante el proceso. Mientras, aquí cuelgo el prólogo y algunas fotos de documentación.        

PROLOGO

La isla de Mallorca ha sido, durante la mayor parte de su historia, un lugar peligroso para vivir. Ya en la Prehistoria los poblados se encontraban fortificados por muros de varios metros de ancho y muchos más de alto, para protegerse de las invasiones tanto de fuera de la isla como, problablemente, de asaltos mortales entre las diferentes tribus. Baste recordar a los famosos honderos, que desde la infancia aprendían el arte de matar limpiamente a pedradas, ya fuera en defensa de los suyos o reclutados como mercenarios para el pirateo Mediterráneo.
Más adelante, y desde el principio de la Historia, las conquistas y reconquistas convirtieron a los pobladores en víctimas de los que se erigían en dueños y señores de la isla, ya fueran moros, cristianos, reyes o inquisidores. Un pueblo que jamás ha sido libre, al que se le han inculcado por la fuerza nuevos orígenes y principios una vez tras otra, siempre bajo el yugo de los poderosos.
La historia que relato no es más que el fruto de esa confusión. Los nombres, en su mayoría reales, no se corresponden por voluntad propia con los hechos que se atribuyen a los propietarios de éstos. Yo lo calificaría de “ficción histórica”.
Existe documentación  real de la existencia del apodado y demonificado “Comte Mal”, pero al encontrar datos contradictorios en documentos totalmente fiables, me puse a soñar como podría haber sido la vida de Ramón Zaforteza, y decidí que no iba a basarme en los pocos hechos verídicos conocidos, sino en mi imaginación.
Nacido el 15 de agosto de 1627 y fallecido presuntamente, ya que en algunos estudios lo he visto con signo de interrogación, el 25 de octubre de 1694, su leyenda, terrible y misteriosa, está totalmente confundida con la del Comte Arnau, otro aterrador caballero que vivió dos siglos antes en Catalunya, así que me he servido en bandeja los ingredientes necesarios para hacer de todos los datos recopilados un cuento a mi gusto. Que nadie se ofenda, ni condene mi escrito al encontrar algún dato que ponga en peligro la verdadera historia del Conde de Formiguera.
Solo hay que dejar volar la imaginación, mientras se contempla la isla desde el Puig del Galatzó, la montaña maldita, cogiendo con la mano un poco de la tierra que él pisó, dejando entrar en los pulmones el aire hechizado que respiró Ramón Zaforteza; rozando con los dedos los agujeros en la piedra viva, en el lugar apartado de la casa por un kilómetro de distancia, llamada “s’argolla, y otros similares en distintos puntos del predio, y que son las huellas imborrables de las torturas a muerte que infligió a sus enemigos como poseído por el mismísimo diablo.
Nadie sabrá jamás a ciencia cierta quién y como fue en realidad el conde, así que permítanme inventarle una historia...

                         ROMANCE DEL “COMTE MAL”
                         (Traducción libre del original)

-¿Qué veláis tan sola, mujer leal?
-¿Qué veláis tan sola, mi mundo irreal?
-Yo no velo sola, ¡Válgame Dios!
-¿A quién tenéis por compañía, mujer leal?
-A Dios y la Virgen María, mi Conde Mal
-¿Dónde están nuestras hijas, mujer leal?
-En sus camas están durmiendo, mi Conde Mal
-¿Me queréis dejar verlas, mujer leal?
-Vos las aterrorizaríais, mi Conde Mal
-¿Con qué las aterrorizaría, mujer leal?
-Con las llamaradas de fuego, mi Conde Mal
-¿Qué lleváis en la mirada, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he mirado, mujer leal
-¿Qué os retuerce la nariz, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he olido, mujer leal
-¿Qué lleváis en los oídos, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he oído, mujer leal
-¿qué tenéis en la cabeza, mi Conde Mal?
-Malos pensamientos que he tenido, mujer leal
-¿Qué os pasa en las rodillas, mi Conde Mal?
-De estar mal arrodillado, mujer leal
-¿Y qué os ha pasado en los pies, mi Conde Mal?
-Muchos tropiezos que he dado, mujer leal
-¡Oigo ruido de cadenas, mi Conde Mal!
-Son de mis caballos negros, mujer leal
-¿Les quiere dar cebada, mi Conde Mal?
-No viven ellos de cebada, mujer leal
-¿Me quiere decir de qué viven, mi Conde Mal?
-Viven de almas condenadas, mujer leal
-Canta el gallo, mal espíritu... ¿no te vas?
-Canta el gallo, ¿y no te vas? ¡es medianoche ya!
-Decid por donde he de salir, mujer leal
-Por donde mismo hayáis entrado, mi Conde Mal
-¿Por las juntas de las puertas, mujer leal?
-¡Por las juntas de las puertas, mundo irreal!

Esta terrible aparición del conde a su esposa se producía en las noches de luna nueva. En el muro del caserón, hasta hace poco se encontraban huellas ennegrecidas por donde salía el fantasma de Ramón Zaforteza a lomos de su caballo negro, y por boca de testigos, se veían en la oscura noche iluminados por un halo verde sulfúreo, al provenir ambos del mismo Infierno. Poseído por su propia maldición, que le obligaba a no abandonar sus tierras jamás, los cascos de su caballo al galope se oían por todo el Galatzó. A nivel del suelo, a la izquierda de la capilla , una coz de su caballo dejó su huella enfurecida en la piedra viva que aún se puede contemplar hoy.[...]



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