miércoles, 24 de abril de 2013

El fantasma de la residencia 1



                                                          EL BLOG DE ANA

                                                  El fantasma de la residencia cap 1

      Esta historia es totalmente real. Sé que la gente ya no cree nada, y menos en fantasmas, pero hay ciertos lugare s que poseen una extraña fuerza, una fuerza que les ha venido dada por las cosas que han pasado en ellos. Abundan las historias de casas, hospitales y psiquiátricos encantados. Se han llevado al cine, a la literatura, a los cómics... y os aseguro que tienen una verdad en su interior, aunque a fuerza de explotarlos ya se toma estas historias como un tópico que se repite porque el primero funcionó.
       Yo he comprobado de dónde vienen estas narraciones. Nunca hubiera creído que me pudiera pasar a mí, pero al final acabé relacionando los sucesos de la residencia con los argumentos de muchas pelis y libros que todo el mundo conoce, y llegué a la conclusión de que por fuerza, no era sólo producto de la imaginación del autor, sino que realmente hay lugares encantados de los que la gente murmura en voz baja y que al final llegan a convertirse en algo remotamente parecido a la historia original. Investigué un poco, y descubrí mucho.
     
      Antes de pasar a los hechos, os contaré la historia del lugar que hoy se conoce como residencia de ancianos de mi ciudad. Fue en 1947 cuando las historias de siempre en cuanto a candidaturas políticas “obligaron” a construir un hospicio-hospital a las afueras de la ciudad. Separado de ella por una carretera, y como presidiendo una mesa de gala en forma de T mayúscula, donde el palo horizontal sería el hospicio al pie de la carretera, y el vertical la calle principal que cruzaba la ciudad, se levantó un edificio de forma simétrica y de una sola planta.
      El centro era (hoy en día es el único recuerdo que queda en pie), una pequeña capilla con capacidad para unas veinte personas. A la izquierda, la parte usada como hospital para pobres y partos de urgencias, y a la derecha no tengo constancia de cómo estaba distribuido en esos primeros años, ya que una reforma en los años sesenta aproximadamente añadió una planta superior que se convirtió en la zona privada de las monjas de la Caridad, que fueron siempre las encargadas de dirigir el hospital y el hospicio, pero al principio, parece ser que vagabundos y pobres, zona de servicios, cocina y comunidad religiosa compartían ese lado derecho de la casa. El acceso era a través de un porche central con tres arcadas y patio de suelo empedrado, y una hermosa cisterna con un arco de hierro en forma de serpiente sujetando el cubo con su boca abierta. Esa era la entrada al hospicio-hospital, que se ha mantenido en pie hasta nuestros días, y en uso hasta el mes de septiembre de 2007. En la parte de detrás, un patio, una capillita con una virgen y muchas flores. Un gran aljibe lleno de peces. Y un huerto con naranjos, limoneros, granados, higueras, verduras, gallinas ponedoras; todo para el autoabastecimiento, y como no, perros y gatos paseando por doquier. En ese bonito marco fue el lugar donde yo nací, y donde empecé a trabajar como auxiliar de enfermería tras una misteriosa estampida de las Hermanas en el año 2000, después de poner literalmente en las manos del alcalde las llaves de la residencia y dejando hasta las sábanas puestas en sus sencillos catres.
       En un periódico local, fechado el 7 de junio de 1947, se habla de los dos médicos que atendían a los enfermos, y se pone énfasis en “la labor de las Hermanas de la Caridad, de digno encomio, dada la falta de material y condiciones que solo un exquisito cuidado la suple.” Me llamó especialmente la atención otra nota de un periódico local más moderno, que con fecha 23 de octubre de 1982 y sin más explicaciones ni antecedentes, pone en boca de un político del Gobierno de la época los problemas por los que atravesaba el hospital. Entre las causas, también cito textualmente: “La más aparente: la deserción de las monjas, que han tenido que ser sustituídas por ATS, lo cual ha disparado el déficit.” Ahí me quedo de piedra. ¡No fue una, sino dos las veces que las monjas salieron por piernas del antiguo hospital misteriosamente! y ni una sola explicación lógica, ni oficial ni boca a boca. Nadie parece saber nada al respecto...

       Empecé a trabajar como interina en la residencia el 2 de enero del 2001. Llevaba unos seis meses allí, entre las prácticas y después por contrato. Era de las más jóvenes; inexperta, y muchas veces acababa el turno llorando tras una muerte, imprevista o no, o por algún caso que me afectaba profundamente de los muchos que se daban allí a diario. Poco a poco, esas cosas te van curtiendo la piel hasta que llega un día en que ya no sientes nada. Es muy triste.

       2 COMENTARIOS:
       Yuhisa29 2 de octubre 2012 13’45: que pasada de blog!. la verdad es q,és muy misterioso el hecho de q las monjas partieran aunque igual q s habla d la “exquisita labor de las monjas” tanto tú, como yo, conocemos anecdotas de toda clase...también la sonada frase de “cuando las monjas estaban no pasaba esto”...... por algo sería, ahí lo dejo caer XD Ana 2 de octubre 2012 15’03:
        ¡Hola Yuhisa! Gracias por seguir mi blog! Es que me da la impresión de que desde llegué yo empezaron las cosas “raras”. XD

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