viernes, 11 de octubre de 2013

Clara



        Llevo años dando vueltas a una idea terrorífica. Solo tiene forma en mi mente, pero hasta anoche no conseguí un comienzo para arrancar la novela. Ahí va, espero que me digáis si os gusta. (Se acepta el facebook solo a los que no tenéis cuenta en Google)
     
                                                                                   1993

CLARA

Había llegado la hora del crepúsculo. Clara jugaba entre las tumbas, recogiendo pequeñas flores cuya savia manchaba de jugo verde su manita. No se dio cuenta de cómo el sol iba menguando tras las montañas, y las sombras se alargaban sobre ella.
Era solo una niña pequeña y cantarina, un manantial de vida fresca al que los muertos que allí yacían hubieran envidiado de saber que se paseaba entre sus huesos.
Ahora la luz rojiza de los últimos minutos lo invadía todo, y los colores marfileños de las lápidas, esculturas y ramos de flores marchitos tomaban un tono rosado cada vez más oscuro.
Un soplo de viento le alborotó el pelo, y la niña se lo apartó levantando la cabeza. Entonces se dio cuenta del cambio, y contempló fascinada el espectáculo. Todo el cementerio era de color rosa, incluída ella y su vestidito blanco. Pero el sol continuaba bajando inexorable y todo se volvía oscuro. Entonces se asustó un poco, dándose cuenta de que se estaba haciendo de noche y debería volver a casa a oscuras. Se giró para salir corriendo hacia la salida, tropezó con la raíz de un rosal y cayó de bruces. Las flores que llevaba en la mano saltaron esparciéndose a su alrededor, y Clara se echó a llorar. Le sangraban las rodillas y las palmas de las manos.

A la entrada de la casa, el abuelo, con una mano haciendo visera sobre sus ojos para protegerlos de la rabiosa puesta de sol de otoño, buscaba a su nieta llamándola, volviéndose en todas las direcciones. Pasaban los minutos, y Clara no aparecía. Volvió al jardín que ya había revisado, la volvió a llamar, y salió de nuevo fuera del recinto de la casa de campo. Miró hacia la derecha, hacia el sendero que se perdía cuesta arriba y que cada vez menos transitado y más cubierto de altas hierbas, acababa dos kilómetros arriba cortado por la carretera que pasaba frente al cementerio del pueblo.
Una cabeza asomó al fondo de la cuesta. Entornando los ojos, llamó a Clara alzando una mano, gesto que la niña le devolvió. Por un segundo, justo antes de parpadear, creyó ver otra figura junto a la de su nieta. Solo un instante. Debían ser las sombras. Avanzó un paso conteniendo el parpadeo, pero solo pudo ver como la niña se volvía a su izquierda levemente, y luego emprendía una alocada carrera hacia sus brazos mientras sollozaba de alivio y dolor por sus heridas. Al levantarla en alto, Clara aún se volvió a mirar hacia atrás por última vez.
-Clara, ¿de dónde vienes? ¿Qué te ha pasado?
Y la niña, por primera vez en sus ocho años, mintió conscientemente. Los abuelos no debían saber que sus paseos la llevaban tan lejos, a su lugar secreto y favorito, o no la dejarían volver.
Le contó entre sollozos, enseñando al abuelo las palmas de sus blancas manitas, ahora sucias y con la piel levantada y sangrante, que había llegado justo hasta donde él la había visto, y se había caído al tropezar con una piedra. El abuelo le preguntó si había alguien con ella, y la niña negó con la cabeza gacha.
-¿No has visto a nadie, ni un vecino paseando, ni nada?
-No, no he visto a nadie.
-Clara, no quiero que vuelvas a salir del jardín. Y no se lo diremos a la abuela o nos la cargamos los dos, tú por desobediente, y yo por no haberte vigilado mejor. Creí que ibas a ayudarme a coger almendras del árbol para tostarlas. Ya has visto lo que les pasa a las niñas que se alejan de casa, ahora vamos a curarte esos arañazos.

Al día siguiente el abuelo hizo instalar un sistema de apertura de la verja de entrada por control remoto. Se acabó la puerta abierta de par en par, deberían haberlo hecho antes.
Lo que los abuelos no podían sospechar, era que Clara salía de la finca directamente al sendero cien metros más arriba, por una pared que la lluvia había desmoronado y que quedaba cubierta de la vista tras los setos que la rodeaban.
Cuando la abuela, al cabo de unos meses la llevó consigo al cementerio a depositar un ramo de rosas blancas sobre la tumba de su hija, la niña se soltó de su mano, y alegremente se plantó sonriente ante la lápida saludando:
-¡Hola mami!


martes, 30 de julio de 2013

Linda

   

      Linda nació ya con mala estrella. Por algún motivo, su mamá, a las pocas horas de nacer los pequeños, creyó que una de ellas estaba muerta. La cogió, y la llevó a algún rincón del edificio que antiguamente había sido una fábrica, y que ahora era el hogar de la perra y sus primeros y últimos cachorros.
      La hija del dueño del edificio y de la perra, al volver a visitar a los recién nacidos, creyó que algo no cuadraba. El día anterior había cinco perritos, y ahora solo cuatro. Se pasó un buen rato recontando y rebuscando, pero no dio con la perrita, ni siquiera bajo el cuerpo de la madre. Cuando ya se iba, en el patio, detrás de la vieja y polvorienta cisterna llena de telarañas y cagarrutas de ratón, oyó un gemido. Al acercarse, vio a Linda allí. Con muchísimo cuidado, la cogió, fría y casi muerta, y la llevó a enseñársela a su mamá. Ésta, tras la sorpresa, empezó a lamerla y le ofreció el lugar que le correspondía entre sus demás hijos. El susto había pasado.
      El dueño del destartalado edificio era un anciano algo cascarrabias, que siempre había tenido perros. Su hija tuvo que ayudarle a encontrar quien los adoptara. Todos, menos una: Linda. Ella creció junto a su mamá en casa. los dos primeros años fueron muy felices juntas. Su dueño las sacaba a pasear, venían visitas, y Linda, cariñosa y alocada, se lanzaba a los brazos de todos los que la querían. Eso sí, era una digna pastora alemana, y ningún desconocido hubiera osado entrar en "su hogar" a riesgo de perder al menos una mano. Al tercer año, el anciano empezó a dar muestras de cansancio. Cada día sacaba menos a las perras a pasear, si llovía, si hacía frío, si hacía demasiada calor...
      Y como la madre también era una perra anciana, pronto se resintió. Las visitas al veterinario eran caras y tediosas, la familia del hombre no podía hacerse cargo por cientos de motivos... Un día, el viejo, tras una consulta veterinaria en la cual le dijeron que la perra padecía de artrosis y debía ser medicada de por vida, la regaló sin consultar con nadie. Nunca se supo dónde fue a parar la mamá de Linda.
      Durante unos meses, la perra estuvo triste esperando a su madre. Poco a poco la olvidó; se supone. Ella nunca pudo decirlo. El anciano, cada vez más enfermo del corazón y las piernas, poco a poco fue espaciando las salidas con la perrita. Le llevaba comida, que le dejaba en una olla mugrienta en medio del patio. Allí mismo, bajo un grifo, en un barreño lleno de algas y larvas de mosquitos, Linda tenía su agua para beber. Los paseos se convirtieron en algo esporádico. Y claro, una perra sin salir, sigue teniendo sus necesidades, que hacía en cualquier sitio, uno distinto cada vez.
      Se hizo amiga de los ratones, que compartían el pienso con ella, y calentaban su lomo cuando en el frío invierno una manta llena de polvo, pulgas y chinches le servía de manta. El hombre se enfadaba con la perra, y le metía el hocico en las cacas, lo cual ella no comprendía. A veces, la hija iba a sacar a pasear a Linda, cuando su padre llevaba unos días sin poder ir debido a sus achaques. Ella limpiaba las cacas, echaba agua y lejía en el patio (el sumidero era el único "vater" permitido), lavaba la olla del pienso, y se quejaba a su padre de que no regalara la perra a alguien que tuviera un lugar más acogedor para la pobre. Pero el hombre, egoísta, no quería oír ni hablar del tema. Por lo cual, y para no oír más quejas, cerró las puertas del edificio y dejó a la perra confinada en el patio. Día tras día, en invierno y verano, de día y de noche. La hija, que vivía cerca, pero tenía una montaña de cargas en casa que no le permitían estar más pendiente de la perra, algunas noches escuchaba a Linda llorar, y se le encogía el corazón.
      La pobre perra, era tan agradecida, que en cuanto algún familiar, sobre todo su amo, llegaba a visitarla, se volvía loca haciendo piruetas, dando saltos y ladrando tan fuerte que los oídos zumbaban. Jamás una queja, ni un reproche.
      Estaba secuestrada en su propia casa. En un lugar infecto, que la mantenía tan sucia, que por mucho que la quisieran no podían dejar que se les encaramara a hacer carantoñas y lamerlos sin que luego fuera necesario ducharse dos veces para deshacerse del fuerte olor.
   
      Habían pasado ya quince años desde que aquella preciosa perra casi fue dada por muerta por su mamá justo después de nacer. Ojalá nadie la hubiera oído gemir. El zulo donde la perra se hallaba confinada, se volvía más y más viejo y descuidado, casi al borde de la ruina. Linda y su amo también envejecían.
      Un día, la hija fue a darle de comer y limpiar el patio, sospechando que su padre llevaba días sin hacerlo, con sus ropas más viejas y unas botas de agua. Linda no salió a recibirla. La encontró bajo una vieja máquina, que ya nadie recordaba para qué había servido. Tenía los ojos llorosos, y no quería caminar. Ni siquiera se acercó a la comida. Solo se dejó acariciar con un llanto bajito que rompía el corazón.
      La hija fue a avisar a su padre. Pero éste, por toda respuesta dijo que Linda era una caprichosa que no quería pienso, y también que la perra había perdido las muelas y le costaba masticar. Nada más.
      El hombre se negó a gastar más dinero en el veterinario, ni tampoco a que su hija lo hiciera. Pasados unos meses, un día, el anciano dijo que la perra el día anterior se había puesto muy mala, que la había llevado al veterinario, y que éste le dijo que podía irse, que la sacrificaría y se haría cargo del cuerpo.
      Nunca se sabrá si en realidad fue así.
      Esta es la triste historia de Linda, una preciosa perra que sabía dar la manita, hacer la croqueta y comía caramelos. Pero que jamás corrió por el campo. Ni tuvo amigos de su especie. Ni ladró al sol ni supo lo que era el calor de una familia.
      Espero que más allá del arcoiris, exista un hermoso lugar para los perros y los gatos que, como Linda, jamás supieron lo bonito que puede ser el mundo junto a los humanos que deben ser responsables de ellos como si de sus propios hijos se tratara.

      Te quiero, Linda. Estés donde estés, espero volver a verte algún día. Te llevaré caramelos y dejaré que me llenes de babas, te lo prometo.

viernes, 26 de julio de 2013

La Termomix y el Mercadona

   
Mientras hoy leo en un titular de periódico que en las islas Baleares hay 360000 familias con todos sus miembros sin trabajo según las cifras de este último mes de junio, por otro lado oigo una conversación. La cosa va sobre la famosa Termomix. Una olla eléctrica de mil euritos, que según cuentan hace maravillas gastronómicas.
      Me quedo pensando en la obscenidad del contraste. Hay quién (como yo), con 800 euros debemos llegar a fin de mes, poniendo en la mesa lo que nos ofrece la señora Mercadona, siempre a los mejores precios, y vaya usted a saber con qué consecuencias futuras sobre nuestra salud. O esperando a las carnes y verduras a punto de caducar que ofrece Eroski "last minute" al 50% de su precio. Todo es válido en la contrarreloj del mes a mes.
      Y sin quejarse, que solo hay que leer los titulares para comprobar que los hay que están aún peor. Que ya no hace falta recurrir a las noticias internacionales, ni a las historias de "los años del hambre" de nuestros padres, para sufrir en nuestras propias carnes y las de nuestros conocidos los dramáticos día a día que no salen en el periódico.
      Me cuenta una conocida, con dos hijos de corta edad, que los dos están enfermos con fiebre, en plena ola de calor, y que en el PAC de su pueblo no los han querido atender porque su padre, a cargo del cual estaban los niños como beneficiarios, ha acabado todos los recursos del paro y le ha sido retirada la tarjeta sanitaria. Sin avisar. Y hasta que no los cambien a la cartilla de su madre, los médicos de urgencias se niegan a atenderlos. Para más INRI, en las farmacias se niegan a venderle (pagando), antibióticos sin receta médica...
      ¿No leí que la reforma sanitaria no afectaría más que a ciertos sectores de la población, y que los niños y embarazadas, mas cualquier urgencia, no se verían afectados?
      ¿Por qué no se habla sobre esto en las noticias?
      Mientras, otro sector de la población, sigue comprando Termomixes, con el dinero de las cuales podría comer una familia entera durante un mes, y calentando más el ambiente con los aires acondicionados las veinticuatro horas al día "porque no soportan el calor". Que soporten el que generan los motores de sus aparatos los pobres que van a pie por la calle, los que trabajan al sol (si tienen la suerte de trabajar).
      Todo lo que escribo hoy, en esta noche de bochorno en la que mi ventilador de quince años no me deja conciliar el sueño con sus quejidos artríticos, son hechos reales y cercanos.
      Conocí a una sudamericana que limpiaba casas y cuidaba ancianos. Sus manos, parecidas a las mías, aunque, por suerte para ella, sin mis dedos deformados y rígidos por la artrosis, tenían la piel áspera y reseca cuando me daba las monedas de la barra de pan para la cena. Sus uñas rotas y los dedos y pies hinchados, cansados del duro jornal. Por cosas de la vida, un rico cincuentón se enamoró de ella, me alegro de corazón.
      Lo que me entristeció, después de un año sin verla, fue la diferencia de su trato hacia mí, la cajera. Con unas largas uñas postizas, por lo visto de moda ahora, una horterada de colores y brillantines, va señalando a su flamante marido los productos que él debe meter en el carro. Y al llegar a mi caja a pagar, me da la espalda, sin saludar, mientra él saca la visa oro y cuando ya ha pagado, ella le recuerda que debe recargar 50 euros al "selular" de su mami, día sí día también.
      Hasta que no pasa un rato, no se me quita el amargo sabor de boca de su desprecio.
      Me cuenta mi hijo que a un amigo suyo le han robado el móvil de 500 euros. ¿Por qué un chaval de diecisiete años sin trabajo, con su madre en paro, tenía un móvil de 500 euros?
      Otros, con las mismas edades, tienen trabajos eventuales, de cuyo salario no entregan en casa ni un duro, mientras sus padres están cobrando el subsidio de desempleo. Se lo gastan todo en juergas, móviles y consolas.

      ¡Qué fácil es dar la culpa de todo a la corrupción política, al Gobierno, a la Casa Real y demás mindongas!
      La verdad es que el español es un pueblo descerebrado sin remedio, que no aprende, y que solo quiere que la crisis bancaria se solucione para volver a obtener créditos a cincuenta años para seguir viviendo por encima de NUESTRAS posibilidades sin pensar ni en los que vendrán detrás, ni en los que no hemos hecho nada para merecer esto. Si, me incluyo. No tengo hipoteca, no tengo casa, ni siquiera podría pagar un alquiler.
      Todo lo que nos pase lo tendremos bien merecido.

jueves, 27 de junio de 2013

No ofende quien quiere...

   

 Eso dice el refrán: No ofende quien quiere, sino quien puede. Y como todos los refranes, es una idiotez. Ofender, puede hacerlo cualquiera si le da la gana. El problema no es poder, sino tener mala leche y ganas de joder. Y a veces, ofendiendo, se puede joder a la persona equivocada.
      Entre amigos, son cosas que no suelen pasar. Sobre todo, porque si un amigo ofende a otro, normalmente se acabó lo que se daba y Santas Pascuas. El problema suele ser cuando estas cosas ocurren entre familia, esas personas que vienen con el lote y que nadie ha elegido. Familias las hay de todo tipo, para poner un ejemplo, la mía. Mi padre, sevillano él, nos denomina " los descastaos". Somos de un tipo singular, como todas las familias, que daríamos un riñón por cualquiera de los nuestros, pero se nos olvida demostrarlo. Tenemos todos una facilidad sorprendente para olvidarnos de los cumpleaños, santos, y preguntas del tipo: "qué te dijo el médico sobre el ojo ese que tenías colgando".
      Bueno, sin exagerar... Pero casi... Cualquiera pensaría que estamos a doscientos kilómetros unos de otros... Pues no. Vivimos en la misma ciudad todos. Y lo más curioso, es que tenemos un punto de reunión al que sin falta acudimos dos o tres veces por semana, la casa de nuestros padres. No planeamos, no ponemos día obligatorio de ir todos a comer juntos y ni siquiera nos damos cuenta de quién ha venido hoy. Y nos reímos. Nos reímos mucho. Y hablamos mucho también. Entre nosotros, no hay secretos. Si se cuenta algo, y se pide que de ahí no salga, al instante se ha olvidado.
      Nuestros hijos, se consideran propiedad de todos. Y cuando nos reímos, delante del café de las cinco de la tarde, las primeras víctimas de nuestras risas son las burlas que hacemos de nosotros mismos. Las cuales no voy a contar, porque entraría en el terreno de lo privado, pero a veces, nuestros problemas se discuten en familia, y acabamos llorando de risa...
      Bueno, sí, voy a contar una a riesgo de que mañana alguien me arranque la cabeza, porque aún me río yo sola: El dichoso y bendito Facebook, ese que despierta pasiones y malentendidos:
      El otro día, mi hermana mayor, preocupada por un problema de la segunda, le mandó un mensaje al Facebook. Pero le entró sueño esperando la respuesta, apagó el ordenador y se fue a dormir. Al día
siguiente, me pregunta si yo sé algo:
      -Si, me lo contó por teléfono.
      -¡Ah! A ti sí y a mí no me contesta...-  Ya tenemos pique...
      Al cabo de un rato, viene la otra a mi casa.
      -¿ Tú sabes qué le pasa a nuestra hermana?
      - ¿Por?
      -Porque anoche le escribía al Facebook y va y cierra el ordenador. Creo que no quería hablar conmigo...
      Y claro, yo que ya sabía las dos versiones, me tronchaba de risa.
      Así que no voy a decir que mi familia sea la mejor del mundo. Seguro que en otra, olvidarse de los cumpleaños sería algo tan ofensivo como para dejar de hablarse. Yo al menos, estas cosas no suelo contarlas, porque da un poco de vergüenza que seamos tan "descastaos", como dice mi padre. Pero si algo tiene mejor que muchas, es que cuando está a punto de pasar algo, nunca se deja que llegue más lejos.
      Por el ejemplo en que me he educado, que como digo, no sé si es políticamente correcto, me duele ver que otras siguen precisamente eso, la corrección, el "guardar las formas", el hacer ver que son mejores que la tuya porque jamás olvidarían un cumpleaños, pero entre ellos no se ve esa confianza, ese cariño seguro y verdadero, que guardan escondidas rencillas, celos, envidias, y son capaces de romper el vínculo, antes que dar su brazo a torcer o solucionar un problema.
      Entre amigos, se pide perdón cuando pasa algo que ha puesto en riesgo una amistad más valiosa que un roce. Entre familia, esa palabra no existe. No debería ser necesaria. Se sigue como si nada y adelante.  Cuando hay alguien ofendiendo en una familia que sólo se relaciona posando para la foto, el ofensor se arriesga a dañar a más familiares de los que pueda creer. Entre suegras y nueras, entre cuñados, donde suelen ocurrir estas cosas, normalmente, el "familiar político", si tiene una familia propia estable, es quien menos sufre, por mucho que se le quiera arruinar la existencia (o creer que lo está consiguiendo), normalmente, como me ha contado recientemente una amiga, quien sufre las consecuencias es el consorte, los hijos, los abuelos... Porque... ¿ quién necesita un cuñado o un suegro si tiene padres y hermanos?
      A quienes ofenden, que piensen bien, si el placer que sienten al dañar a un miembro de su familia, lo estarán disparando a la persona correcta.
      He empezado con un refrán, y escribiendo me vienen dos más a la cabeza:
      "La sangre tira", el cual se puede contradecir con otro: "El roce hace el cariño". Y si no se fomenta el cariño, no hay sangre que valga. (Ahí podría contar otra historia, pero la dejaré para mi biografía post-mortem.)
      Cuando el orgullo, la falsedad y sobre todo, la soberbia se crecen, alegran, y envalentonan ante un gesto, una palabra, o una maniobra del despreciado para deshacer el error, nada más cabe esperar, que guardar para el futuro las fotos de cumpleaños, porque será el único recuerdo que quede de una familia basada en la mentira, porque el cariño se habrá ido, cansado de luchar por una causa perdida.
      Y recuerden, nunca hagan elegir a un miembro de una pareja enamorada. Es algo muy, muy triste, porque son flechas que dañan al miembro equivocado y a los de su sangre. Al otro, una ofensa que no venga de un familiar o un amigo, le escuece tanto tiempo como la picadura de un mosquito.
      Solo que a veces siente la necesidad de hacer reflexionar si vale la pena ser soberbio sabiendo que quienes más han perdido son las personas que más se quieren, normalmente los hijos, que podrían tener un abuelo, un tío o un primo, que de haberlo disfrutado hubiera sido lo mejor que le podría pasar a un niño, y nunca lo podrán saber.
     


   
   

miércoles, 26 de junio de 2013

Escribir

     

Tengo cuarenta y dos años, y me gusta escribir. Escribir es encadenar palabras, unas a otras, formando una cadena que se espera que sea más o menos coherente. Lo cual no significa, que de esa coherencia salga un cuento, relato o novela. Simplemente, encadenar palabras. Tras dos experiencias vitales largas y dolorosas, estoy en condiciones de decir que el sufrimiento no nos hace más fuertes, no nos ilumina, y no nos ayuda en nada de cara a la vida que nos queda por delante. Tampoco haber sufrido sirve para escribir buenas historias autobiográficas. Al contrario. Quien dice que hay que escribir basándose en sus propias experiencias, recreando personajes inspirados en la vida real del que escribe, se pasará más horas recalentándose los sesos al intentar separar la realidad de la ficción, alejando los recuerdos que le asaltarán deprimiéndole y bloqueando la mente a todo lo que no sea el pasado, que el proceso de escribir se convertirá en una experiencia lenta y dolorosa.
      Así que admiro profundamente a quienes son capaces de hacerlo. De escribir recreándose en sí mismos, su vida y milagros. Yo no puedo hacerlo. Ni me da la gana intentarlo.
      Hace poco, imitando a la persona más tenaz, valiente y tolerante a las frustraciones que se puede tener como compañero, decidí que en vez de lamentarme por no haber tenido las mismas oportunidades en la vida que él para vivir una vida satisfactoria, iba a intentarlo.
      Estoy trabajando y buscando trabajo en lo que realmente me gusta. He decidido olvidar que yo tenía otra profesión, a la que llegué a odiar por sentirme vacía, frustrada y agobiada. Gracias a Dios, la crisis y el paro me han ayudado a salir de ese infierno. Debo ser la única española agradecida con la situación... y si le ha pasado a alguien más, no creo que se atreva a decirlo. Yo estoy luchando cada día contra eso. La hipocresía, el qué dirán si digo esto, qué pensarán de mí sabiendo que ahora me dedico a escribir.
      Hace años, siglos, estas reflexiones se hacían por carta. Dos interlocutores, uno consolador y otro consolado, mantenían largas correspondencias en las que de vez en cuando, uno de ellos escribía una frase lapidaria, o esperanzadora, o iluminada.
      En mi caso, mi correspondencia se pierde en la red. He perdido muchas partes importantes de conversaciones que han ido cambiando mi vida, al no haber sido consciente de ello hasta hace poco.
      Y al empezar a escribir, lo que más me ha ayudado a seguir, ha sido comprobar que los que me critican, los que murmuran, los que envidian mi nueva vida (sin saber nada sobre ella), no leen un libro ni por error. Suelen ser los adictos al "gran hermano", los gallineros de telecinco y los partidos de fútbol. No me siento mejor que ellos. Solo soy diferente. Por lo cual, he decidido que esas personas no están capacitadas para juzgarme, como yo no puedo juzgarles a ellos, ya que desconozco los mecanismos intelectuales que los motivan a vivir su vida, como ellos desconocen los míos.
      Quizás vuelvan para mí los malos tiempos. Podría ser que nuestra forma de vivir y de buscarnos la vida fracasara, y tuviéramos que entrar en el mundo de los engranajes sociales establecidos por un sector de la población como "correctos". Si ese día llega, no agacharé la cabeza ni me sentiré estúpida por haber intentado vivir de acuerdo a lo que desde siempre mi cabeza me pedía a gritos.
      Recordaré a Mary Shelley, a Emily Brönte, a Poe, a Bécquer, y a tantos otros que tampoco lo consiguieron...


miércoles, 19 de junio de 2013

EL CONDE MAL sinopsis y personajes

                            LA LEYENDA DEL CONDE MAL

SINOPSIS:
Corre el siglo XVII. En una convulsa Mallorca feudal, el Conde de Formiguera, caballero de la Orden de Calatrava, se va convirtiendo poco a poco en el siniestro personaje que dio origen a la leyenda del Conde Mal, cuya alma vaga aún por sus dominios en el monte Galatzó. Esta ficción histórica, con tintes de terror gótico, cuenta una historia de amor, venganza y brujería, a la vez que describe la evolución de un psicópata, y la sociedad isleña de la época.
Ramón Zaforteza existió realmente. En la novela se mezclan datos y personajes verídicos, con el terrorífico relato de los crímenes que supuestamente cometió, y que, tras muchas indagaciones, una anónima narradora consigue desentrañar sin que se sepa hasta el final cual es su motivación.
Tras un prólogo que anticipa al lector mediante el  inquietante “Romance del Conde Mal”, la novela cabalga con un ritmo rápido y lleno de violencia, pesadillas y magia negra, siempre a la sombra del Galatzó, la montaña embrujada que actúa como telón de fondo, hacia un final incierto, mientras el cántico flota en el aire como una interrogación. Tras el FIN, un epílogo sorprende descubriendo qué personajes y hechos fueron reales y cuales producto de mi imaginación.

PERSONAJES PRINCIPALES

RAMÓN ZAFORTEZA: Heredero de innumerables títulos y propiedades, huérfano del padre “perfecto”, que consiguió convertirlo en Caballero de la Orden de Calatrava a la edad de diez años. Fue educado en la ambición y crueldad con los vasallos, a la sombra de una madre fría y distante, y se convertirá con los años en un asesino despiadado.
AMA MARÍA: El ama de leche de Ramón y amante de su padre. Ramón crece celoso de su hija Aina, ya que el ama le ha dado el único cariño maternal que ha conocido.
AINA: La hermana de leche de Ramón, cuyos sentimientos mutuos se transforman de celos en odio por la confesión de un terrible secreto. Se inicia en la brujería por venganza hacia él, ignorando lo que esto desencadenará .
UNISSA: Madre de Ramón. Dama de la alta nobleza, superficial y ambiciosa, que ignora todo cuanto no quiere ver.
FRANCINA: Esposa de Ramón, casada prematuramente con él a la edad de trece años por intereses económicos pactados desde su nacimiento.
BALTASAR CALAFAT: Síndico de la villa de Santa Margarita, defensor de los derechos del pueblo que lucha hasta la muerte contra el poder ilimitado del Conde.
CATALINA: Amante de Ramón, que le da el cargo de ama de llaves para que pueda habitar en la planta noble de la residencia con él. Mujer misteriosa que ama al Conde ciegamente, sin querer ver el lado oscuro de su amado. Su belleza es idealizada a los ojos de Ramón de tal forma que no se puede saber si realmente es tan hermosa como él la ve.
NARRADORA: Misterioso personaje que irrumpe entre los acontecimientos sin previo aviso, desde el presente, sin identificarse. Se encuentra en el Galatzó, y tiene visiones sobre lo que ocurrió realmente allí.


martes, 11 de junio de 2013

LA LEYENDA DEL CONDE MAL. Unas fotos

 La huella del caballo del Conde, que quedó impresa sobre la piedra viva, a la derecha de la capilla
 La fuente del jardín botánico.
 Este es el retrato robot más fiel que se ha podido hacer sobre la figura del Conde, y la que podría ser su imagen hoy en día... :P



 La parte trasera de la casa del Galatzó. Por aquí, hace tres siglos, un enjambre de sirvientes pasaban de la casa a los establos
 La famosa Argolla. No crece ni la hierba, como se ve, tras la sangre derramada en sabe Dios qué número de torturas inflingidas por el Conde y sus esbirros. Impresiona, ¿eh?


Una novela. LA LEYENDA DEL CONDE MAL

      Durante los últimos cuatro meses, he dedicado muchas, muchísimas horas del día al reto de escribir algo más complejo que historias para vosotros, mis amigos. Quería escribir algo para mí. Como sabéis, me encantan los misterios, así que me inventé un cuento. Siempre me ha atraído la leyenda del "Comte Mal", y los interrogantes en torno a él. Por ejemplo, el romance que se ha estado cantando en la Sierra de Tramuntana durante siglos, el que reproduce una conversación entre el Conde y su esposa, es un misterio como un campanario. El Conde no tuvo hijos, con ninguna de sus dos esposas. Así, que, si el testimonio oral más famoso contiene un dato erróneo, ¿qué es verdad?
      Tras buscar y abrumarme de información contradictoria, sobre todo a través de internet, de la vida y milagros de Ramón Zaforteza, empecé a inventarme una. Ayer la acabé. No creo que tenga ninguna semejanza con la realidad, pero yo he disfrutado al escribirla.


                               LA LEYENDA DEL CONDE MAL  


Por Mª Carmen Alcázar Rodríguez                                          



                                                 PRÓLOGO            


La isla de Mallorca ha sido, durante la mayor parte de su historia, un lugar peligroso para vivir. Vista desde nuestro siglo XXI, es difícil de creer que durante largas épocas, en tiempos pasados, aquí reinara el caos y el terror, que hasta en las las casas más modestas se cerrara con gruesas trancas y que nadie saliera a las calles después de caer el sol.
Desde el principio de la Historia, las conquistas y reconquistas convirtieron a los pobladores en víctimas de los que se erigían en dueños y señores de la isla, ya fueran moros, cristianos, reyes o inquisidores. Un pueblo que jamás ha sido libre, al que se le han inculcado por la fuerza nuevos orígenes y principios una vez tras otra, siempre bajo el yugo de los poderosos.
La insularidad, el aislamiento, y como he dicho, el peligro que acechaba en todos los rincones por las más diversas causas, hicieron que los isleños adquirieran un carácter muy especial. Se refugiaban en la religión esperando que esta les amparase en sus desdichas, y vestían de superstición todo aquello que no comprendían. La mezcla dio lugar a un cóctel peligroso, y que en los tiempos de la Inquisición provocó que ésta instalara un cuartel general en Palma, donde se pusieron las botas cazando infieles, brujas y herejes.
La historia que voy a relatar no es más que el fruto de esa confusión que une lo divino a lo terreno. Los nombres, en su mayoría reales, no se corresponden con los hechos que se atribuyen a sus propietarios. Yo lo calificaría de “ficción histórica”.
Existe abundante documentación de la existencia del apodado y demonizado “Comte Mal”, entre otros, dos libros, de los que solo he querido saber por encima su contenido. Me puse a soñar cómo podría haber sido la vida de Ramón Zaforteza, y decidí que no iba a basarme en los pocos hechos verídicos conocidos, sino en mi imaginación.
Nacido el 15 de agosto de 1627 y fallecido -presuntamente, el 25 de octubre de 1694, su vida y leyenda, terrible y misteriosa, está totalmente confundida con la del Comte Arnau, otro aterrador caballero que vivió dos siglos antes en Catalunya, así que me he servido en bandeja los ingredientes necesarios para hacer de todos los datos recopilados un cuento a mi gusto. Que nadie se ofenda, ni condene mi escrito. No es mi intención poner en peligro la verdadera historia del Conde de Formiguera.
Solo hay que dejar volar la imaginación, mientras se contempla la isla desde el Puig del Galatzó, la montaña maldita, cogiendo con la mano un poco de la tierra que él pisó, dejando entrar en los pulmones el aire hechizado que respiró Ramón Zaforteza; rozando con los dedos los agujeros en la piedra viva, en el lugar apartado de la casa por un kilómetro de distancia, llamada “s’argolla”, y que es la huella real e imborrable de las torturas a muerte que infligió a sus enemigos como poseído por el mismísimo diablo.


Nadie sabrá jamás a ciencia cierta quién y cómo fue en realidad el Conde, así que permítanme inventarle una nueva historia...


                               ROMANCE DEL “COMTE MAL”
                     (Traducción libre del original en mallorquín)


-¿Qué veláis tan sola, mujer leal?
-¿Qué veláis tan sola, mi mundo irreal?
-Yo no velo sola, ¡Válgame Dios!
-¿A quién tenéis por compañía, mujer leal?
-A Dios y la Virgen María, mi Conde Mal
-¿Dónde están nuestras hijas, mujer leal?
-En sus camas están durmiendo, mi Conde Mal
-¿Me queréis dejar verlas, mujer leal?
-Vos las aterrorizaríais, mi Conde Mal
-¿Con qué las aterrorizaría, mujer leal?
-Con las llamaradas de fuego, mi Conde Mal
-¿Qué lleváis en la mirada, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he mirado, mujer leal
-¿Qué os retuerce la nariz, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he olido, mujer leal
-¿Qué lleváis en los oídos, mi Conde Mal?
-Malas cosas que he oído, mujer leal
-¿qué tenéis en la cabeza, mi Conde Mal?
-Malos pensamientos que he tenido, mujer leal
-¿Qué os pasa en las rodillas, mi Conde Mal?
-De estar mal arrodillado, mujer leal
-¿Y qué os ha pasado en los pies, mi Conde Mal?
-Muchos tropiezos que he dado, mujer leal
-¡Oigo ruido de cadenas, mi Conde Mal!
-Son de mis caballos negros, mujer leal
-¿Les quiere dar cebada, mi Conde Mal?
-No viven ellos de cebada, mujer leal
-¿Me quiere decir de qué viven, mi Conde Mal?
-Viven de almas condenadas, mujer leal
-Canta el gallo, mal espíritu... ¿no te vas?
-Canta el gallo, ¿y no te vas? ¡es medianoche ya!
-Decid por donde he de salir, mujer leal
-Por donde mismo hayáis entrado, mi Conde Mal
-¿Por las juntas de las puertas, mujer leal?
-¡Por las juntas de las puertas, mundo irreal!


Esta inquietante aparición del Conde a su amada Catalina se producía en las noches de luna nueva, y dio lugar al romance que se cantaba hasta hace poco en la zona. Yo la oí entonar, triste y lenta, a una centenaria abuela de Puigpunyent. En el muro del caserón, hasta hace poco se encontraban huellas ennegrecidas por donde salía el fantasma de Ramón Zaforteza a lomos de su caballo negro. En las noches de invierno, ante el fuego de la chimenea, los campesinos contaban ésta y muchas más historias, heredadas de padres a hijos, y que dentro de muy poco desaparecerán para siempre. Sus antepasados, campesinos del predio, vieron cabalgar al Conde y su caballo en la oscura noche de noviembre, casi siempre en la víspera de Difuntos, iluminados por un halo verde. El olor a azufre les seguía del mismo Averno, y se esparcía con el viento helado. Poseído por su propia maldición, que le obliga a no abandonar sus tierras jamás, los cascos de su caballo al galope se oían por todo el Galatzó. En la fachada de la casa, a la derecha de la capilla, una coz de su caballo negro dejó su huella enfurecida en la piedra viva, que aún se puede contemplar hoy.

jueves, 16 de mayo de 2013

Puto Científico Loco 4 Escápula


4
ESCÁPULA


     Mientras escribo este diario, releo como si del descubrimiento de un manuscrito del Mar Muerto se tratara el “Escápula Greatest Hits”. Me maravillo al descubrir cómo la historia estaba escrita desde hace tanto, tanto tiempo... si el Puto Científico Loco no fuera tan antipático, sobrado y egocéntrico, esta noche hablaríamos sobre él. Sobre mis descubrimientos. A veces aún echo de menos a Pau. Los dos conservan todavía rasgos comunes, pero la franca sonrisa, los ojos sinceros... eso se esconde ahora tras unas espesas cejas fruncidas que no permiten encontrarse de frente con su mirada. A veces, incluso le temo.
     Pero vuelvo a salirme del camino. Hablo del presente, y aún quedan algunos capítulos del pasado por recordar.
     Cuando llego a la página cuarenta y siete, empieza una inquietante historia: “El crimen Perfecto”. Esta fue escrita dos años más tarde. Es un cuento de seis páginas en el que el narrador relata cómo en su juventud cometió un crimen imposible de descubrir junto a su amigo “El Terrores”, que no es otro que el propio Pau, con su gorrito de lana, su mochila y sus botas de montaña. La historia está llena de ironía hasta el final. Pero dos páginas más tras el aparente final, nos vuelve a visitar el Científico Loco, enfrascado en sus lúgubres experimentos encerrado en su guarida, La Torre Siniestra.
     No acababa de entender el final, la moraleja, ya que Pau nunca dejaba cabos sueltos. Le pregunté y esta fue su respuesta:
     - La reflexión es que el crimen perfecto es imposible, porque si no puedes contar  lo listo que has sido, ya no es tan perfecto, te queda esa espinilla clavada.¡Y si lo cuentas ya tampoco es perfecto!
     - ¿Y qué pinta ahí el Puto Científico Loco?- pregunté.
     -Que él es el verdadero asesino, ¿no lo ves?- Si, la verdad es que empezaba a entender algo, pero aún faltaba mucho camino por recorrer.
     Volvamos a la Torre Siniestra. Está tan relacionada con el pasado, presente y futuro, tan pareja a la vida del dibujante, que es necesaria una explicación: El joven Pau, de culo inquieto, cuando no viajaba o iba de excursión se dedicaba a conducir su viejo Seat 127 por las carreteras de Mallorca.
     En una carretera perdida en el término de Llucmajor, tras una cerrada curva el viajero se encuentra frente a una capilla neogótica de planta octogonal. Esta capilla es parte de una antigua finca de la nobleza mallorquina, casi abandonada durante muchísimo tiempo. El detalle más morboso está en que a izquierda y derecha de la puerta de la capilla, sendas escaleras de piedra blanca bajan a una cripta, donde descansaban los restos mortales de cincuenta miembros de la familia. He dicho “descansaban”. Debo recordarme volver sobre éste punto más adelante. Pau quedó fascinado por ella, hasta el punto de atreverse a pedir a la guardesa que le dejara visitar la cripta por dentro, para poderla dibujar con más detalle. Fue amor a primera vista.
     La vida transcurría. Pau, con su humor a veces inocente y a veces totalmente cínico, empezó a trabajar en serio.
     De su imaginación fueron saliendo grandes personajes, a la par que grandes ideas. “Los repartidores de cerveza” y sus aventuras ya se desarrollaban en la fantástica isla de Escápula, un mundo paralelo donde ocurren todas las historias. Cuando los inventó para el concurso de cómics de El Víbora, Escápula ya existía. Existía desde el primer fanzine, y había decidido que todas sus creaciones futuras se desarrollaran en ese mundo. El hecho es que en casi todas las historietas tuvo que crear los personajes y su mundo (Puto Científico Loco, el Terrores, Munnar, Animalada, Atlas y Axis, Los repartidores, etc), cuando lo más fácil y comercial es continuar con uno. Se puede decir que creaba los hilos para luego, con el tiempo, tejer un manto que cubriera toda Escápula.
     Con Escápula intentó que toda su obra tuviera una especie de unidad, de marca común. Así, fuera lo que fuese que tenía ganas de dibujar, podía integrarlo en Escápula: personas, animales, o animales antropomorfos... en el presente, el pasado, o el futuro. Por ejemplo, las “Animaladas” están protagonizadas por animales del mismo mundo que los repartidores o Puto...  En “La gran carrera”, con Los repartidores de cerveza como protagonistas, volví a encontrarme con el Puto Científico Loco, y supe algo más de su guarida, la Torre Siniestra.
     Al mismo tiempo, en la cabeza de Pau gestaba el proyecto que con los años se convertiría en la gran saga de Atlas y Axis, la que le lanzó a la fama internacional, y gracias a la cual nos metimos en nuestra propia aventura criminal. Aunque aún faltaban muchos años para eso. Él iba dibujando, presentando a los editores su saga. Empezó a darse a conocer por el público cuando puso en marcha otra de sus formas de hacer humor: “Pau per Tots”, viñeta diaria en un periódico isleño, en la página de opinión. Era la página más buscada por los lectores del diario, y le valió el reconocimiento popular como humorista gráfico. En cambio el reconocimiento oficial llegó en octubre de 2009 con un premio Haxtur ( Salón Internacional del cómic de Asturias) al  humor, cuando paradójicamente, lo había dejado en julio, después de trece años.     
     Algunos buscaban en lo más profundo de aquel humor cínico un secreto, unas ideas políticas, una moraleja que dejara entrever algo más del dibujante y sus pensamientos. Sus seguidores le pedían permiso para estampar algunos de aquellos chistes visuales en camisetas, estandartes, libros... Pau se enorgullecía. No tanto cuando llegaban elecciones y algún partido se confundía creyendo haber adivinado unas convicciones políticas que no existían, y le pedían chistes o apoyos en sus campañas. Entonces Pau se reía.
     Lo más importante para él era demostrar al mundo su teoría de que las ovejas explotan al morir, y quién no comprendiera eso, no le conocía. En lo más profundo de Pau, sólo hay más Pau.
     Pau fue pionero en muchas cosas que aún no se habían hecho en la isla. Jamás se tomaba nada en serio, y hasta lo más sagrado lo convertía en chiste, lo que le valió más de una viñeta censurada por el director del periódico. Era listo. El a veces sabía que se había propasado, y antes de enviarla por correo, me pedía que le echara un vistazo. Yo ya me acercaba pensando: -¿Qué puñetas habrá dibujado esta vez?- Y efectivamente. Cuando me preguntaba mi opinión, era porque se había pasado siete pueblos.  
                 
     

      Lo que no impedía que mi orgullo por sus geniales y locas ideas me obligaran a decirle entre risas que estaba segura de que aquello no lo iban a publicar, pero que de todos modos lo enviara.
     En aquellos años, el amor al dinero aún no había aparecido en nuestras vidas... aún soñábamos con envejecer en una cueva viviendo de lo que sembráramos. Muy romántico; eso fue justo antes de mi artrosis y de que él empezara a cargar un colchón en la mochila cuando se iba a la montaña con sus amigos a hacer un “vivac”.
     Antes he nombrado a Xemi, otro loco genial. Pau y él descubrieron la película Braveheart por casualidad, y les hizo tanta gracia que volvieron al cine cinco veces más a verla. Yo me preguntaba qué debió ser tan gracioso como para desencadenar lo que vino después, ya que yo lloraba a mares al ver aquel melodrama escocés. Me lo explicaron como quien explica a una niña quiénes son en realidad los Reyes Magos: En la escena de la batalla entre ingleses y escoceses, el momento más serio y trascendental, Pau se la imaginó a cámara rápida, con la sintonía de Benny Hill en vez de la romántica música celta original. Ahí empezó el cachondeo. Xemi se lo tomó tan en serio que se puso manos a la obra y con el ordenador y precarios medios transformó la escena y la hizo correr entre el grupo de amigos.  
     No sé si lo he dicho ya, todos sin excepción estaban igual de chalados, y se desternillaban con la escenita. Aquello se fue convirtiendo en una bola de nieve rodando montaña abajo. Cada vez crecía más. Todos aportaron algo, y el resultado fue el primer doblaje al mallorquín de una superproducción de Hollywood. Todos oían hablar de Vaigfort, todo el mundo quería verla. Aquí entra en escena el segundo hijo de los seis que parió la madre del clan Rodríguez, Vicente, que como ya anteriormente habían hecho los que hicieron público el “examen sobre el Movimiento Obrero, by Pau”, puso a rodar el cd entre sus amigos. Sin comerlo ni beberlo, el cd acabó colgado en internet. Para quienes no hayan oído hablar del fenómeno que significó Vaigfort en Mallorca, diré que tenía récords de descargas en Emule, de visitas en Youtube, fans en Menorca y Catalunya, canciones en remix, tonos para móvil, y una serie de gente que se dedicó entonces a doblar otras pelis... ¡y le conocía más gente por la peli que por todos los años que llevaba dibujando!.
     El resultado fue una gira mundial por la isla, y el merchandising  consecuente, con lo que ganaron más dinero que dedicándose a dibujar, cosa que no era muy difícil. No gran cantidad de dinero, lo justo para pagar la inversión, pero Pau corroboró que como showman era un hacha. La modestia siempre muy aparte...
     No guardamos ninguna copia de Vaigfort, y si hay alguna circulando los autores no se hacen responsables y piden fehacientemente que sea destruida, ya que sabemos de buena tinta que los dirigentes de la Paramount, los abogados de Mel Gibson, los ingleses, los escoceses, los catalanistas y los mallorquinistas aún están buscando a los responsables del desastre blasfemo.



Puto Científico Loco 3 Los fanzines



3
LOS FANZINES




     Cuando le pregunté a Pau (con la cara desencajada de risa y lágrimas), qué puñetas era eso, me respondió con ojos de inocente que antes de que ese examen circulara por todo el instituto, sólo su familia sabía que estaba algo chalado.
     Contrariamente a lo que se podría pensar, y debido a la simpatía que despertaba en todos los que le conocían, un profesor les pidió permiso a él y a la profesora de historia que les había puesto el examen para publicarlo en el Mauricómic, la revista de los estudiantes del instituto. Ya hacía mucho que Pau sabía que lo que quería realmente era dibujar y hacer reír a la gente. Y quedaba demostrado que esto último se le daba igual de bien que lo otro.
      Así que al acabar los duros años de BUP y COU, se matriculó en Ilustración con su amigo Xemi, otro loco genial y extravagante que ya conocía del instituto y el Mauricómic. Este fue el germen de una gran amistad y de Vaigfort, su siguiente salto a la fama tras el desternillante examen. Pero aún faltaban muchos años para eso...y profesionalizó su talento innato para el dibujo con la intención de conseguir ganarse la vida con sus historias en forma de cómic.
     Como buen bohemio, le cogió gusto también a practicar senderismo. Cuando no dibujaba, él y sus amigos se dirigían a la sierra de Tramuntana a caminar, pensar, dibujar y soñar.        
    Pau y dos de sus amigos, Dani Martín, actualmente animador en los estudios Disney, en California, y Xabi Uriz, quien finalmente se licenció en Filosofía, y trabaja con éxito como guionista y dramaturgo, empezaron a trabajar haciendo fanzines. Para quien no sepa exactamente qué es, viene de “magazine”, pero hecho por “fans”, aficionados al cómic que esperan dedicarse a ello en un futuro. Los fanzines se elaboran a partir de fotocopias, de calidad variable según las posiblilidades y contactos de los dibujantes. En el proceso se aprenden todas las facetas del proceso, dibujar, maquetar, imprimir, distribuir, promocionar, vender... y gratis.
     Pau creó el personaje de Puto Científico Loco para el fanzine  Escápula cómics, que hizo con sus dos amigos, cuando al acabar de estudiar y ver por delante el negro panorama laboral quiso profesionalizarse en lo de los cómics. Se llamaba Escápula Cómics, y en cada número el título era un tema sobre el que los tres dibujaban. El primero se tituló La Torre Siniestra, inspirado por una misteriosa capilla neogótica que les impresionó al aparecer de la nada tras una curva en una carreterilla secundaria, terciaria, o incluso cuaternaria. La de la autoestopista fantasma.  Más adelante hablaré sobre ella. Pau imaginó para su historieta un siniestro morador de aquella torre, un científico loco que llevaba a cabo tenebrosos experimentos, aunque al final siempre había humor, o no sería Pau. El personaje tenía su gracia, y volvió a aparecer en otras historietas, no solo de Pau, sino también de algunos de sus amigos dibujantes. El segundo número del fanzine estaba dedicado a Los Viajes Temporales. La introducción que escribieron era muy consecuente, y dejaba ver cuántas esperanzas, esfuerzo e ilusión estaban poniendo en aquellas páginas para poder conseguir sus sueños y no quedarse estancados en un mundo de trabajos basura, sueldos de miseria y poca libertad.  
     Esta es la transcripción literal de lo que escribieron Pau, Dani y Xabi sobre los comienzos de Escápula:
     Todo empezó en el año 2016. Un gasolinero, un albañil y un vendedor de Kleenex decidieron cambiar su situación laboral. Dani Martín, Pau y Xabi Uriz se sentían frustrados por no haber desarrollado sus vocaciones de autores de cómics. Habían oído decir que alterando el pasado se puede cambiar el presente, y se les ocurrió contactar con un tal Puto Científico Loco, que vivía en la Torre Siniestra, y que había inventado una máquina capaz de enviar objetos a través del tiempo. Fue entonces cuando decidieron crear el grupo Cigomática, dedicado a comer huevos fritos e inventar y dibujar cómics.
     Empezaron a publicar sus obras en fanzines fotocopiados y a enviarlos al pasado. La distribución, claro, dejaba mucho que desear, pero aún así consiguieron hacer llegar ejemplares de sus fanzines a varias ciudades de España, Francia, Bélgica, Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Rusia, Ucrania y Kazajstán. Agrupaban sus historietas en la colección Escápula Cómics. Decidían un tema que daba título al número y los tres dibujaban historietas sobre ese tema, que sucedían en la misteriosa isla de Escápula. Llegaron a enviar cinco, el primero de ellos a 1995. [...]
     ¿Por qué el nombre de Escápula? Pau decía que le gustaba porque le sonaba a “escapa” y a “cópula”. Pero además, los tres amigos estudiaban anatomía, no en plan médico, solo lo necesario para dibujar bien personas y animales en movimiento, pero le cogieron el gusto a los nombres de huesos. Aunque el auténtico y ridículo motivo del nombre es que solían ir juntos de excursión por la montaña, y allí normalmente encontraban huesos esparcidos de animales muertos. Se divertían intentando encontrar los dos huesos correspondientes a una misma articulación, deducir qué hueso era cada uno, teniendo en cuenta las diferencias entre los huesos de cuadrúpedos y humanos, adivinar a qué animal pertenecían... lo más normal del mundo, vamos. Una vez, al ver la forma plana de una escápula -también conocida como omóplato, o más comúnmente “paletilla” de oveja, a Pau se le ocurrió que sería perfecta para hacerse las acreditaciones como autores de historietas en el salón del cómic de Barcelona, al que tenían previsto acudir en busca de trabajo. Ingenuamente.
Solo les costó un par de excursiones más reunir tres escápulas, y ni cortos ni perezosos se presentaron ese año en Barcelona a mostrar sus trabajos a los editores... ¡con las escápulas de oveja colgadas al cuello de unas cuerdas, y un logotipo pintado en ellas que decía “Escápula Cómics”!
¿He mencionado ya alguna vez lo de la vergüenza ajena?